Entrar en una página web de reservas de vuelos o acudir a una agencia de viajes ya despierta en mucha gente esa alegría contenida del próximo destino. Lo mismo ocurre al hacer la maleta: con una lista previa o improvisando en el último momento, es la señal inequívoca de que espera al menos una pequeña aventura. Claro, que no todo el mundo lo ve así ya que hay personas para las que subirse a un avión no es nada placentero ni siquiera pensando en que tras al aterrizaje haya unos días de asueto.

Le pasa a alrededor del 30 % de la población, personas que afrontan el trayecto con palpitaciones, ansiedad y nerviosismo. De ellos, cerca del 9 % sufre verdadera fobia a volar y en muchos casos ni siquiera son capaces de subirse a un avión y se quedan en tierra. Según explica el catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna (ULL), Juan Ignacio Capafons, "se trata de una de las fobias más comunes" aunque solo recurren a profesionales aquellos para los que este miedo irracional es "invalidante". "Hay personas que por esta fobia son incapaces de ir a visitar a su familia, disfrutar de unas vacaciones o trasladarse por cuestiones de trabajo", añade.

En cualquier caso, el docente de la universidad aclara que hay que diferenciar entre los que supone realmente un problema y los que "sí viajan, aunque lo pasan francamente mal". En ambos casos, la recomendación es recurrir a los profesionales para salvar este escollo, que cobra especial relevancia en un territorio insular como Canarias.

Capafons define esta fobia como "un miedo irracional, la persona siente incapacidad o sufrimiento extremo cuando debe viajar y un claro rechazo a subirse a un avión" y en concreto explica que las personas que lo sufren presentan dos tipos de manifestaciones: fisiológicas y psicológicas o cognitivas. Respecto a las primeras, el profesor de la ULL aclara que se traducen en "sensación de agobio, ahogo e incapacidad para respirar, mareos, taquicardias o dolor de pecho".

Acerca de las otras manifestaciones, además de incidir en que ambas están relacionadas, el psicólogo explica que "se basa en la sensación de que algo terrible va a pasar, un pensamiento catastrofista constante de que el avión se va a caer o a estrellarse".

Entre las particularidades de esta fobia se encuentra que suele tener una "aparición tardía", define Juan Ignacio Capafons, quien argumenta que "no aparece en los niños, sino en adolescentes y adultos". Además, se trata de un miedo extremo que surge antes incluso de enfrentarse al vuelo: "ya desde que lo empiezan a planificar o al comprar los billetes, las personas que tienen esta fobia empiezan a presentar las manifestaciones descritas", aclara Juan Capafons.

Tratamiento

El catedrático de Psicología de la Universidad de La Laguna (ULL) sostiene que se trata de una fobia que mucha gente intenta enfrentar por sí misma, lo que a su juicio "es un error puesto que muchas veces provoca mayor sensibilidad". "Es improbable que este tipo de situación se logre remontar sin la ayuda profesional", insiste Capafons quien recomienda acudir a profesionales, tanto psicólogos como psiquiatras.

"Exponerse a la fobia es clave pero debe ser dirigido por un profesional en todo el proceso: desde prepara la maleta, dirigirse al aeropuerto y el propio vuelo", comenta el docente universitario quien puntualiza que el 95% de los casos se logra curar con terapia.

"Se complica cuando se deriva a otros trastornos como puede ser la claustrofobia, pero en general podemos hablada den entre ocho y nueve sesiones de tratamiento", añade Juan Ignacio Capafons quien concluye que "lo fundamental es que el paciente comprenda que es seguro". "Es 17 veces más peligroso estar en la cocina que un avión", resume.