Los bebés atrapan todo lo que hay a su alrededor y se han encontrado con unos aparatitos brillantes, con luces de colores y que cuando se tocan, hay movimiento, sonidos... En la actualidad, más de un tercio de los bebés de 6 meses ya tiene acceso de manera regular a las tabletas o teléfonos inteligentes de sus padres, según la Academia de Pediatría de Estados Unidos, pese a que apenas un 9% de los menores de 5 años sabe atarse los cordones de los zapatos, según indica otro estudio.

Pero no es la única cifra. Según el análisis ''Exposure and Use of Mobile Media Devices by Young Children'' (Exposición y uso de dispositivos móviles por niños pequeños), publicado en la revista Pediatrics, el 75% de los menores de cuatro años tiene su propio dispositivo. Los motivos mayoritarios citados por los padres para confiar en estos chupetes de cristal líquido son que así pueden ocuparse de las tareas domésticas (70%), mantener quietos a los bebés (65%) y dormirlos (29%).

Lo que ocurre en España no se aleja demasiado de lo que en Estados Unidos. Según el informe FAROS (Observatorio de Salud de la Infancia y la Adolescencia) del hospital barcelonés de Sant Joan de Déu, un referente pediátrico, el 40% de las niñas y los niños menores de 2 años accede de manera regular a las tabletas y móviles inteligentes de sus padres para jugar, pintar o ver dibujos animados. Un fenómeno que se ha convertido en igual de viral en otros países y que ha llevado a bautizar a los nacidos después del año 2000 generación touch, por su afición a manejar las touch screens o pantallas táctiles.

En vista de esta realidad, los expertos comienzan a estudiar qué repercusión tienen las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en el desarrollo cognitivo. Sin embargo, sólo han transcurrido siete años desde que Steve Jobs presentó su iPad en sociedad, por lo que existen todavía muy pocas investigaciones. Pese a ello, varios destacados pedagogos han accedido a pronunciarse sobre los temas polémicos de este ámbito:¿La infancia y la tecnología no deben mezclarse?

Un teléfono de juguete, un sonajero o un rotulador también son tecnología, aclaran los expertos. ''Los bebés siempre han estado en contacto con la tecnología, lo que ocurre es que ahora es muy distinta'', responde Linda Castañeda, doctora en Tecnología Educativa en la Universidad de Murcia y muy respetada en este campo. ''El problema de las tecnologías actuales es que para los adultos son tan nuevas como para los bebés, cuando se supone que los padres deberían enseñar a sus crías a manejarse en este entorno'', añade. En otras palabras: muchos progenitores gatean todavía entre las nuevas tecnologías y de ahí que se sientan tan incómodos.

''Al final, lo importante es el uso que se hace de la tableta y no el dispositivo en sí'', interviene Antonio Bartolomé, director del Instituto de Investigación en Educación de la Universitat de Barcelona y autor de 147 artículos científicos. ''También un mismo cuento puede espolear la imaginación del niño si se lo explican sus padres o generarle ansiedad y dificultarle dormir si lo lee solo'', ejemplifica este pedagogo, que ha dirigido varias investigaciones.

¿Cuál es el mayor peligro de las pantallas táctiles?

Posiblemente, que resultan irresistibles a los niños muy pequeños. Para muestra, un botón: según un estudio realizado entre 82 padres de hijos de entre 1 y 3 años, publicado en Archives of Disease in Childhood, la mitad de los pequeños eran capaces de desbloquear la pantalla, mientras que otro 64% se las sabía ingeniar para activar las diferentes opciones de su tableta.

Las pantallas táctiles canibalizan otras actividades y dejan a los niños abstraídos, cuando lo que necesita un bebé que todavía no sabe caminar y hablar (o empieza a hacerlo) es experimentar estímulos muy diferentes y moverse mucho. Con todo, los expertos consultados no se declaran partidarios de escamotear a los niños menores de 2 años las tabletas, sino que recomiendan que las usen acompañados de sus padres y que estos estén decididamente implicados en su formación. Otra cosa es dejarlos solos con ellas, algo que desaconseja, por ejemplo, César Coll, catedrático de Psicología Educativa y de Educación.

Más que obsesionarse con limitar el tiempo, lo que hay que hacer es que realicen actividades diversas e igual que usan la tableta, que pinten o correteen por el parque

¿Realmente los niños son nativos digitales?

Aunque parece haber calado la teoría de que los bebés tienen un don innato para manejarse con las nuevas tecnologías, en realidad lo que hacen es imitar a los adultos. Al menos, esta es la conclusión de un estudio llevado a cabo por Lydia Plowman y Joanna McPake, dos investigadores británicas que durante un año visitaron periódicamente a 53 familias escocesas con hijos de entre 3 y 4 años de edad para observar el uso que hacían de diferentes dispositivos tecnológicos (ordenadores, teléfonos, sitios web, juegos interactivos, etcétera) Su trabajo, titulado ''Siete mitos sobre los niños pequeños y la tecnología'', sugiere que si bien la facilidad de algunos niños para manejarse con la tecnología puede resultar sorprendente, muchos pequeños se sienten sobrepasados al enfrentarse con un sitio web desconocido o con un juego del que ignoran sus convenciones.

¿Es mejor alejar a los niños de las pantallas hasta que cumplan 3 años?

Más que hablar de mejor o peor, debería decirse que es imposible y, muy probablemente, absurdo, pues hay pantallas por todas partes. "Los niños tienen que experimentar con el entorno que les rodea. Tienen que mirar, tocar, jugar, explorar, probar y relacionarse con otras personas. Y las TIC forman parte de su entorno habitual", responde Jordi Adell, premio Pionero de Oro de la Internet Society por poner en marcha en 1993 el primer servidor web que hubo en España, además de director del Centro de Educación y Nuevas Tecnologías de la Universidad Jaume I de Castelló, un grupo dedicado a la mejora de la calidad de la enseñanza mediante la integración de las nuevas tecnologías. Lo que no parece aconsejable es utilizar las TIC, explica Adell, "para sustituir la interacción con padres y hermanos".

¿Es aconsejable prescribir un tiempo de uso máximo?

De algún modo, sí, aunque conviene ser flexible, ''ya que no se puede criar a un hijo mirando el cronómetro'', recalca Adell. ''Cualquiera que haya tenido hijos, sabe que la capacidad de estar quieta de una niña pequeña difícilmente va más allá de los diez minutos. Y no hablo ya de estar sentada delante de una pantalla, sino de estar sentada delante de cualquier cosa'', apunta Coll tomando como referencia a Lara, su nieta de apenas dos años y medio.

También Linda Castañeda se refiere a su experiencia con Raquel, su hija de 4 años. ''Hasta que cumplen 1 año, los bebés necesitan mucha atención de sus padres, lo que no significa que no les puedas poner la tableta algún ratito'', opina. ''A partir del año de edad -prosigue- los niños deberían de tener un límite en función del número de actividades que realicen diariamente.

¿Las tabletas y los teléfonos móviles merman la imaginación?

Algunos expertos se muestran partidarios de mantener alejados a los niños de la tecnología hasta los 3 o 4 años. Esta línea de pensamiento entronca con el mito roussoniano del ''buen salvaje'' y la idea de que la tecnología torpedea la fantasía y el juego libre. O si se prefiere, los más pequeños podrían estar perdiendo la capacidad de desarrollar su imaginación por haberse acostumbrado a ser entretenidos por fuentes externas.

Otros especialistas, en cambio, replican que las tecnologías actuales tanto pueden potenciar la creatividad como ahogarla. Por otro lado, ''cuando dejamos al bebé en el salón, también lo ponemos en compañía de objetos que seleccionamos para él. A lo que me refiero es que el contexto familiar y social y las decisiones que tomamos como adultos condicionan que el bebé nunca sea completamente libre'', recuerda Coll.

¿La tecnología dificulta las relaciones sociales?

La investigación de Plowman y McPake aprecia que los niños menores de 3 años pasan muy rápidamente del modo digital al analógico. Es decir, pueden querer ver dibujos animados en una tableta, pero también dejarla completamente arrinconada si algo (como hablar con sus padres o divertirse con un juguete clásico) les interesa más. Para los expertos, la clave es que no pasen mucho tiempo solos, sea con tecnología o sin ella.

Tampoco está claro que las nuevas tecnologías resten inteligencia emocional. "Depende de cómo se utilicen", responde Rafael Bisquerra, catedrático en Orientación Psicopedagógica y director del posgrado en Educación Emocional y Bienestar de la Universitat de Barcelona. ''En la dosis correcta y con juegos compartidos que aviven la inteligencia no tendrían por qué tener tal efecto'', señala el autor de libros como La fuerza de la gravitación emocional y Política y emoción. En todo caso, el principal riesgo de relacionarse en exceso con máquinas, es tratar luego a las personas como un objeto más, ''sin consideración por sus emociones'', apunta Bisquerra.