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Entrevista a Andoni Canela

"Cuando éramos niños jugábamos con palos y se desarrollaba la imaginación"

"Es importante y educativo que los niños conozcan la naturaleza y contacten con otras culturas", comenta el fotógrafo especializado en naturaleza y medio ambiente

Andoni Canela. LP/DLP

El viaje de Unai fue más que un viaje, fue el nombre de la película de su padre, Andoni Canela, que tuvo nada menos que seis candidaturas a los Goya. En ella el pequeño Unai, de entonces 10 años, y su familia se embarcaban en un viaje alrededor del mundo mientras Canela, un prestigioso fotógrafo medioambiental, tenía la misión de buscar los siete animales más emblemáticos del mundo. Mediaset ha visto el filón y, aprovechando la historia, la magia y el carisma de esta familia, puso en Cuatro el programa Espíritu salvaje,

¿Cómo surgió la idea de embarcarse en Espíritu salvaje ?

Pues surge tras el primer viaje que hicimos los cuatro cuando los niños tenían 3 y 9 años. Fue un viaje de año y medio, cuando aquello de los reportajes salían en La Vanguardia y de ahí salió la película El viaje de Unai, que fue candidata a los Goya. Fue una experiencia maravillosa. Mediaset se puso en contacto con nosotros porque creyó que esto podía dar para un programa y lo pensamos y lo hicimos, ¿por qué no? Unai y Amaia ya eran mayores y los viajes los hemos hecho en tramos más cortos. Lo que sí que quedó claro es que nosotros no íbamos a hacer de actores: nosotros vamos a buscar animales que están en peligro de extinción y tenemos una experiencia previa que nos ayuda mucho. En realidad es una oportunidad de hacer lo que nos gusta, que es viajar, y el único problema es poder compatibilizar la grabación con el colegio de los niños, para que ellos puedan seguir el ritmo de sus compañeros e ir haciendo los exámenes. Pero no hay que olvidar que estos viajes tienen un componente educativo inmenso.

¿Cómo compatibilizan el colegio con los viajes?

Los niños estudian con nosotros y siempre coordinamos los viajes para que no se pierdan los exámenes, sobre todo Unai, porque Amaia todavía es pequeña. Nosotros hacemos un poco de 'profes' y se puede ver también en el programa. De todas formas me parece tan importante y tan educativo que los niños conozcan la naturaleza, que entren en contacto con otras culturas, que respeten a los animales. Son tantos los aprendizajes que te aporta un viaje como éste...

¿Pero ustedes son una familia nómada?

Tanto como nómada, no. A lo mejor para alguien que me ve desde fuera puede aplicarnos ese término, pero no. Simplemente nos encanta viajar, conocer otras culturas, pero no vamos a lugares porque sí, nosotros vamos a sitios concretos y buscando cosas concretas. Cuando llegamos a un país buscamos un lugar y acampamos, estamos en uno o dos puntos y ahí pues nos ponemos a buscar animales: tigres, rinocerontes... depende de dónde estemos. No es viajar por viajar, tenemos un objetivo. Yo entiendo que los tuaregs son unos nómadas, pero a lo mejor para alguien que viaja muy poquito pues nosotros también lo somos. Pero vamos, que nosotros tenemos nuestra casa en Bañolas, digamos que tenemos espíritu nómada. Hubo una época de nuestra vida en la que estuvimos viviendo tres meses en cada continente, pero lo hicimos sabiendo que regresaríamos a casa.

¿Qué supone para unos niños vivir una experiencia como ésta?

Yo me he dado cuenta de que para ellos estos viajes suponen el nacimiento de un inmenso amor por los animales y la naturaleza, Unai ya lo tenía, pero ahora se ha reforzado aún más, si cabe. Y te das cuenta de que los niños aprenden a divertirse con recursos limitados, a jugar cuando no hay ni una pelota, a discurrir, aprenden otras religiones, otras culturas, ven otras geografías, conocen los desiertos, las montañas, es un aprendizaje continuo. Para Amaia sus primeros recuerdos son ésos y eso te marca de por vida, te liberas de todos los prejuicios y te abre la mente. Claro que no pasa nada por ver la televisión un rato, pero si solo tienes la televisión entonces te limitas muchísimo. Antes cuando éramos pequeños jugábamos con piedras y con palos y desarrollábamos muchísimo más la imaginación.

¿Qué animales en peligro de extinción lograron fotografiar?

Rinoceronte blanco y negro, walabí de patas amarillas en Australia, que se están empezando a recuperar, las tortugas marinas, el quebrantahuesos...

¿Les ha tratado de locos?

Creo que los cercanos no tanto porque ya nos conocen, pero sí hay gente que piensa que qué hacen estos niños viajando por ahí perdiendo el tiempo. Otros piensan que los podemos estar poniendo en peligro cuando nos ponemos a acampar o a caminar cerca de animales, pero jamás hemos puesto en peligro a nuestros hijos. Siempre te puede criticar alguien, pero yo llevo un montón de años fotografiando animales, lo hago con respeto y desde una distancia que sé que es segura.

¿Qué cree que nos enseña la naturaleza que no se aprende en este mundo globalizado?

Yo me quedo con la sensación de que la naturaleza nos enseña a discurrir. Cuando observo a mis hijos que se empiezan a aburrir y empiezan a hacer sopas en el agua es algo que me fascina. Creo que hay otro mensaje que tiene que quedar claro y es que el cambio climático está aquí, que tenemos que cuidar la naturaleza. Te enseña a observar, y yo necesito esa conexión con ella también como adulto, no es algo que se necesite solo de pequeño.

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