El artista, escultor y y arquitecto César Manrique simboliza a Canarias, con independencia de que naciera y muriera en Lanzarote hace exactamente 25 años. Pero Manrique no era ni tinerfeño ni canarión, sino canario y lanzaroteño.

Sin embargo, en uno de los informativos de alcance nacional del pasado domingo, Televisión Española quiso rendir homenaje al artista César Manrique, con motivo del 25o aniversario de su muerte, que se conmemoró ayer, y sembró la confusión entre los espectadores. Probablemente, no en Canarias, donde el origen del genio artístico que fue César está claro.

Pero la vida y trayectoria de César Manrique estuvo ligada a su isla natal desde sus inicios y su impronta sigue viva, un cuarto de siglo después de su desaparición, en la isla volcánica, así como en el resto del Archipiélago. El Taro de Tahíche, situado en el municipio de Teguise, acoge hoy la sede de la Fundación César Manrique, donde el artista construyó su casa en 1968, aprovechando el espacio natural de cinco burbujas volcánicas. La Fundación abrió sus puertas en marzo de 1992, seis meses antes de la muerte de su fundador, y en ella se puede apreciar parte de la obra del artista, así como de otros artistas, propiedad de la fundación.

La huella de Manrique en su tierra lanzaroteña también respira en los Jameos del Agua, realizado en 1968 a partir de una idea del artista. También el Mirador del Río, los jardines y piscinas del Hotel las Salinas o el Horno-Asador de Timanfaya, entre otras joyas de las islas, a las que se suman sus excepcionales diseños en el resto del Archipiélago y de España.

A 25 años de su muerte, Manrique es uno de los artistas totales que hizo de Canarias un lugar mejor. Premio Mundial de Ecología y Turismo (1978) y Medalla de Oro de Bellas Artes (1980), entre muchos otros galardones, el artista se distinguió por la armonización de naturaleza y arte, en una defensa permanente del medioambiente.