La Asociación Española de Biosimilares (BioSim), que representa a las farmacéuticas que investigan, desarrollan, fabrican o comercializan fármacos biosimilares, prevé que en 2020 la sanidad pública nacional haya ahorrado 2.500 millones por el uso de fármacos biológicos.

Así lo aseveró ayer la directora general de BioSim, Regina Muzquiz, quien, con motivo del Día Mundial del Farmacéutico, que se conmemora el 25 de septiembre, impartió una charla organizada por el Colegio de Farmacéuticos de Las Palmas sobre estos medicamentos, también conocidos como biotecnológicos, y que comenzaron a administrarse en España en 2006 en el ámbito hospitalario, donde representan el 50 % del total.

El presidente del Colegio de Farmacéuticos de Las Palmas, Juan Ramón Santana, informó en una rueda de prensa de que esta institución trabaja con la Consejería de Sanidad de Canarias para tratar de que algunos de estos fármacos "del futuro" puedan dispensarse cuanto antes en las boticas de las Islas.

Santana explicó que, a diferencia de los tradicionales, que se obtienen a partir de reacciones químicas, los medicamentos biológicos se producen a partir de organismos vivos, de ahí que sean más complejos y precisen de una farmacovigilancia.

Muzquiz precisó que estos fármacos suponen un avance en el arsenal terapéutico a disposición de los sistemas sanitarios, al permitir una mayor eficiencia en los tratamientos, y añadió que, a diferencia de los genéricos, que son versiones de medicamentos de síntesis químicas que han perdido la patente, en el caso de los fármacos de origen biológico estas réplicas se llaman biosimilares.

No son copias exactas, sino muy similares, de medicamentos biológicos, ya que sus pequeñas diferencias estructurales no afectan a su seguridad, eficacia y calidad, ha dicho Muzquiz, quien ha resaltado que el proceso de elaboración de los fármacos biosimilares requiere de más estudios 'in vitro' y en vivo, y, con ello, un mayor coste.

Estos fármacos comenzaron a usarse en España en 2006 y en la actualidad pasan por "una tercera era", enfocada en la oncología, tras haber superado una inicial en la que se dieron a conocer en los tratamientos de fertilidad o diabetes, y una segunda fase en la que fueron empleados en forma de anticuerpos monoclonales en enfermedades inflamatorias del aparato digestivo y en reumatología.