El azar de la máquina, la captura caprichosa de una fotocopiadora, dibujos sobre el cristal que en sucesivas exposiciones y movimientos generaban la obra. Del taller primigenio donde no había más herramientas que una fotocopiadora cuya pantalla de cristal era la superficie en la que volcar la expresión artística, al universo digital que impide emular las texturas de antaño. Con esta gimnasia, el artisra grancanario Luis Sosa comenzó a generar obra hace casi tres décadas, y ahora regresa al circuito expositivo con la muestra Cartografías re[s]catadas del deseo, que se inaugura este jueves, a las 20.00 horas, en el Centro de Artes Plásticas del Cabildo, en la calle Colón 8.

Es su primera invididual en 27 años -colectivas y proyectos grupales al margen-, tal como recordaba ayer este artista que se ha significado con la fotografía, la pintura, las instalaciones, la performance, el copy-art, el arte postal y otras derivaciones.

"Las máquinas han cambiado con la historia, y estoy en contra de los ordenadores", explica Sosa acerca de la gramática de su creación. En esta exposición que estará abierta al público hasta el próximo 10 de noviembre, el artista presenta unas 36 piezas de las que cuatro son recientes. "A Sosa siempre le interesó la expresión de lo inmediato. Aquello que podía registrarse en un solo sorbo. El trazo de las flores sobre el cristal de la fotocopiadora. El rastro del dripping sobre el lienzo de los vasos. El gesto desde el que Sosa reclama la reflexión pausada del espectador", sentencia el crítico Franck González en los textos que acompañan el catálogo de esta exposición.

En diferentes campos, Luis Sosa lleva toda la vida ligado a la creación en las Islas, y desde 1969 comenzó a trabajar con la fotografía y el diseño gráfico. Coordinador del centro de arte La Regenta entre 1987 y 1989, año en que se incorpora al CAAM con el equipo fundacional, centro al que estuvo vinculado hasta 2014 en calidad de coordinador técnico, y jefe de diseño y montaje, entre otras responsabilidades.

Luis Sosa rememora el tiempo de gestación de buena parte de la obra que exhibe en esta Cartografía, cuando su lugar de trabajo, el taller, no contaba con más herramientas que una máquina fotocopiadora. Su dinámica era la de componer, sin borrador ni dibujo previo, sobre la pantalla de cristal que dejaba entrever parte del mecanismo. Motivos florales, papel de aluminio y otros elementos, sobre los que aplicaba una erosión de la superficie a base de sobrexposición y de movimientos diversos. Una sobre otra hasta lograr el resultado ansiado por medio de desplazamientos, ampliación, en definitiva, una fragmentación de los materiales utilizados.

"La idea fue siempre la de fotocopiar con una textura significativa, el tóner sobre el papel", revela Luis Sosa. En su opinión, la obra no ha perdido la frescura en que se gestó. La tecnología de la copia ya no permite los juegos y experimentación de antaño. Pero, otros elementos como la fibria de vidrio se incorporaron en busca de las texturas imposibles.