Un demócrata de izquierdas, un científico, un hombre bueno, un hombre sencillo, palmero y digno profesor universitario. Estos y otros muchos calificativos más servirían para configurar la personalidad de este amigo que siguiendo la ruta inexorable de la vida, nos deja y a su vez deja una huella y múltiples recuerdos entre aquellos que durante muchos años fuimos sus compañeros, amigos y admiramos sus esfuerzos en todos y cada uno de los proyectos en los que participó.

Enamorado de su pueblo de Breña Alta de donde llegó a ser reconocido como hijo predilecto, permanentemente formaba parte de las conversaciones. Le conocí a mediados de los sesenta del pasado siglo cuando nos daba clases prácticas de Química Inorgánica a los alumnos de la Facultad de Ciencias Químicas de La Universidad de La Laguna, donde también ejercían Juan Antonio padrón y Pedro Gili Trujillo en la cátedra que dirigía D. Benito Rodríguez Díaz. Ganó cátedra de Instituto de Física y Química de Instituto de Bachillerato y ejerció en Jaén y en Santa Cruz de Tenerife, donde por cierto un colega lo denunció porque defendía valores democráticos de izquierda.

Obtuvo plaza de Profesor Adjunto, Agregado y posteriormente de Catedrático de Química Inorgánica. Autor de centenares de trabajos de investigación y referente del movimiento de izquierdas en la Universidad de La Laguna. Fue uno de aquellas personas que pusieron em marcha el Partido Socialista Popular en Canarias del que fue su Primer Secretario General y único, encabezó la candidatura en las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977 y dos años después resultó elegido Consejero del Cabildo Insular de Tenerife en las primeras elecciones locales de la democracia de Abril de 1979. Con posterioridad en el segundo mandato democrático del Cabildo desempeñó las funciones de presidente de la comisión de agricultura en la que desarrolló una excepcional labor.

Su interés por el sector agrario le generó simpatías y aprecio, la potenciación del sector ganadero, del vitivinícola, de los mercadillos del agricultor y tantas otras actividades, supusieron un impulso al sector en nuestra isla. Sin embargo, aunque no suficientemente reconocido, su aportación más relevante fue la de la creación del "laboratorio de cultivos vegetales in vitro" situado en el entorno de la antigua escuela de capacitación agraria en Tacoronte y gracias a sus vinculaciones a profesores franceses como la que mantenía con el profesor Goteré se pudo construir y consolidar un centro de excelencia como este en el que la reproducción celular permite una amplia producción de la que la isla estaba tan necesitada. Ese centro debería el nombre de Alfredo Mederos Pérez.

Su amplia coordinación científica con otro palmero como el Dr. Brito catedrático de Química Inorgánica en la Universidad Central de Caracas le llevó a potenciar las relaciones científicas entre ambas universidades y a publicar decenas de trabajos de investigación.

El Consejo de Ministros presidido por D. José Luis Rodríguez Zapatero y a propuesta del Ministro de Trabajo D. Jesús Caldera, en reconocimiento a su labor académica, a la perseverancia en la misma, así como a la permanente defensa de los valores democráticos en la Universidad, le concedió la medalla de oro al mérito al trabajo.

Los últimos años de su vida, esta última década ha consistido en una permanente lección de ética personal y en ellos ha escrito libros que han dejado una huella excepcional, dado que desde la perspectiva de la "memoria histórica" la defensa de la localización de los restos de asesinados en el franquismo constituyó una excepcional preocupación a la que se entregó con pasión. No podemos dejar de destacar la importancia del libro que titulado "profesores y alumnos en la restablecida universidad de San Fernando de La Laguna (1919-1927) que escribió junto a Pedro Gili Trujillo y en la que se acumula un ingente conjunto informativo fruto de su labor investigadora.

Después de integrar el PSP en el año 1978 en el PSOE, Alfredo Mederos fue un ejemplar militante de la agrupación socialista de La Laguna, la que creo debería rendirle el homenaje que se merece.

En suma, muchas son las aportaciones con las que nos hemos beneficiado todos los ciudadanos, conscientes de que en estas breves líneas no es posible reflejar ni una millonésima parte de la excepcional labor realizada por este ejemplar ciudadano.

A Dª Manuela y a sus hijos nuestro entrañable afecto.