"Emocionadísima" recibió ayer la escritora madrileña Rosa Montero la buena nueva de su Premio Nacional de las Letras, galardón que aporta "alivio y sosiego" y en cierto modo "tapa", aunque sea temporalmente, "el agujero de inseguridad que todos los novelistas tenemos".

Reconoció que llega en un año "duro" en lo personal por la muerte de "algunos amigos muy queridos", por lo que ser reconocida por la "brillantez" con la que ha desarrollado "su larga trayectoria novelística, periodística y ensayística", evaluó el jurado, le aporta "una alegría inmensa y maravillosa" y una sensación "como de alcanzar la visibilidad".

Pese a los premios recibidos y a haber logrado el favor de los lectores, Montero sigue sintiendo "ese agujero interior que los novelistas tenemos que llenar con palabras porque somos gente inmadura que no hemos crecido", y agradece tanto que sus libros sean comprados y leídos como la sensación "de llegar a casa" que le aporta este Premio Nacional de las Letras dotado con 40.000 euros.

También le alegra haber recibido el mismo premio que otros "grandiosos" autores, en especial su amiga Carme Riera.

La autora de novelas como Crónica del desamor (1979), Te trataré como a una reina (1983), La hija del caníbal (1997), Historia del rey transparente (2005) o Lágrimas en la lluvia (2011) no siente que tenga un tema pendiente que abordar en su obra, porque "los libros son sueños que se sueñan con los ojos abiertos y los sueños no se escogen, como tampoco las historias, que te escogen a ti".

Tan vocacional que asegura que espera seguir escribiendo hasta que muera, Rosa Montero trabaja en la tercera entrega de Bruna Husky, el androide de combate que ha protagonizado Lágrimas en la lluvia y El peso del corazón.