El oficio de periodista, con sus sinsabores, malos tragos y sus recompensas, que también las tiene, requiere de mano izquierda en las relaciones sociales. Y en la cultura, en todos sus frentes, ese vínculo convierte una relación profesional en un abrazo amigo, que bien trabajado y cultivado, deriva en una relación casi familiar. Soledad Petit Ramiz (Las Palmas de Gran Canaria, 1959), periodista y comunicadora con mayúsculas, sabía mucho de todo esto, y mientras pudo, lo aplicó con el rigor y elegancia que distinguía su trabajo. Era su sello.

El pasado viernes su voz y mirada se ausentaron para siempre. Sin hacer ruido. La vida, en este caso, no se atiene a los valores que defienden las personas, su buen hacer, entrega, dedicación y coraje. Una periodista cuya marcha temprana deja un inmenso vacío; y dos hijas, Carlota y Sole, a las que queda el recuerdo de tanta vida compartida, y la imagen de una madre con carácter, y sobre todo luchadora ante todos los quiebros que la profesión y la vida misma le iba poniendo por delante.

Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad de Bellaterra, en Barcelona, Sole Petit se forjó en la profesión desde las trincheras analógicas, cuando la máxima de que uno es gente que le cuenta a la gente lo que le ocurre a otra gente tenía sentido más allá del postureo viral y las métricas digitales del presente. Fue en Barcelona donde la joven Sole comenzó a forjar un carácter y don de gentes que le acompañaría de por vida.

La cultura, en áreas como la música y el arte, fueron mientras las circunstancias lo permitieron, la hoja de ruta de una profesional que derrochaba simpatía con su eterna sonrisa como carta de presentación. Y es que si eres buena persona, seguro que eres mejor profesional, y Sole Petit reunía estas dos condiciones.

Una profesional que deja una huella inmensa entre quienes la frecuentaron, desde la esfera pública y la privada. El rol de periodista que trabajó Sole Petit rebosaba los márgenes y la disciplina de una redacción. Colaboró con numerosos medios de comunicación de distinto signo durante las casi tres décadas que ejerció la profesión. Pero su perfil de comunicadora requería de un trabajo de horizonte abierto, acorde a una personalidad exigente, que aportaba un plus en las relaciones personales y el trato cordial que la velocidad del cierre, o la presión informativa deja de lado. La dilatada carrera de Sole Petit está también ligada a los grandes eventos culturales de Canarias, de los que fue la voz autorizada. Su trabajo en el Gobierno canario en el área de Cultura como responsable de comunicación del Festival de Música de Canarías; la etapa en prensa también en Cultura en el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria; y otras ligadas a la promoción de eventos y espectáculos públicos, glosan un expediente de altura.

El Festival Canarias Jazz & Más eventos como Capital Sonora, Lo Más Crujiente, Maspalomas Music Festival, el proyecto discográfico Perversiones & Diversiones, trabajos para productoras musicales y de teatro en Canarias, son pinceladas de los frentes culturales que cultivó la periodista que se marchó a los 58 años.

Una tristeza infinita se adueña de la familia, sus adoradas Carlota y Sole; de la infinidad de amigos y amigas que cultivó y que le profesaban admiración y respeto; de todos los profesionales de la información que crecieron y compartieron vida con ella; y de centenares de artistas que encontraron en Sole Petit a la voz amiga, que con su sonrisa, abría todas las puertas posibles. Descansa en paz, Sole.