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Entrevista a Ernesto Suárez

"Arrecia' gira en torno a la pregunta sobre cómo vivir la muerte"

"Me interesa principalmente la poesía que se fundamenta en una visión crítica", explica el escritor

El escritor tinerfeño Ernesto Suárez. LA PROVINCIA / DLP

Muerte de otros de la que tiene noticia por los poetas y los historiadores, difuntos recordados por personas cercanas a usted, animales que son devorados por otros animales, prefiguración de su propia extinción. En muchos de sus poemas predomina la cuestión de la muerte. ¿Es ésta la que puso en marcha su libro?

Efectivamente. La muerte, la cuestión del morir, es el motivo alrededor del que giran casi todos los poemas del libro. Diferentes morires, eso sí. En realidad Arrecia surge mientras aún andaba enfrascado en la escritura del libro anterior, Rehacer el aliento, que afortunadamente fue editado el año pasado por Baile del Sol. Rehacer el aliento tiene que ver con la respiración, con las luces de la vida, los encuentros con las otras personas. Es un libro de fácil lectura, optimista. Sin embargo, al vislumbrar el cierre de aquel libro luminoso fue imponiéndose en mí otra evidencia: considerar inevitablemente la certidumbre de la muerte.

El vacío que atisba tras la muerte, no obstante, no perfila la condición humana como trágica. Hay versos que apuntan al vaciamiento como liberación, como por ejemplo, esos que evocan el tiro con arco zen y dicen: "¿Qué sería entonces / saber sobre esa mitad vacía // la de tras el disparo?"

Los poemas de Arrecia fueron adentrándose en esa certidumbre que es la muerte como clave de la vida. Lo vivido que se afronta desde el borde mismo de su inevitable desaparición. Necesitaba explorar las consecuencias de esa vivencia. Los poemas no son una reflexión sobre la muerte, no fue mi intención intelectualizarla. Me preguntaba cómo vivir la muerte, quizás. En ese sentido, tradiciones espirituales como el budismo han ahondado intensamente en la experiencia del desapego. Se inspira y se espira sin posibilidad de romper ese continuo. Arrecia fue como escribir atendiendo a un instante en el que es imposible detenerse, ese momento de tránsito entre un movimiento y otro que es la respiración. Es lo más cerca que podemos estar del alongarse a la muerte. En cualquier caso, pese a lo trascendente, intenté evitar conscientemente un tono elegiaco, melancólico o patético. Por otra parte, tampoco creo que Arrecia sea un libro pesimista.

Sus versos tienen un componente narrativo, pero también aluden con frecuencia a lo inefable, como ese que apunta a una voz, "aquella de un eco que nunca se escucha". ¿Ha tenido alguna vez la tentación de intentar desprenderse del yo elocutorio para atrapar lo inefable en su lenguaje?

Como poeta, por supuesto, asumo que el lenguaje es el único centro posible para desarrollar el poema, para que se dé la realidad escrita del poema. El lenguaje es la ocupación exclusiva de quien escribe poesía. Con todo, no suelo escribir poemas sobre la escritura poética en sí misma. Si atiendo a lo inefable es siempre desde lo orgánico. El ser que cuestiona su propia capacidad y competencia verbal es siempre de carne y hueso. La memoria histórica es memoria personal, y viceversa. De hecho, accedemos a la comprensión de los grandes procesos sociales y políticos mediante los relatos detallados y la memoria salvaguardada por personas particulares. Entiendo que es posible entonces plantear el poema activando mecanismos verbales que partan de una perspectiva no abstracta, particular, orgánica, como digo.

No me resisto a citarle otros versos suyos que pueden leerse en clave de actualidad, pero también de crítica del patriarcado inmemorial: "Toda patria es oscura, Padre // y no hay himnos que la iluminen". ¿Puede hablarnos sobre esta cuestión?

Los versos que cita pertenecen al poema Cartas de Héctor. El protagonista es el héroe troyano que va a morir y que, al ser consciente de ello, es capaz de requerir al Padre que lo ha mandado hacia la muerte. Héctor es una víctima del poder. Desde este punto de vista el poema tiene que ver con el autoritarismo, el militarismo, el patriarcado. Desgraciadamente, todas son formas de un cruento ejercicio de poder que determina la historia humana. También nuestro presente social. Ojalá pudiéramos encaminarnos hacia un sistema social y cultural que se basara en la compasión y el cuidado de nosotros mismos y de los demás.

"Como si la leche negra hirviera fría hasta desbordarse / (pero en cauce fiel)" Pese a su dimensión narrativa, no faltan en este libro referencia a poetas herméticos como Paul Celan... Cuéntenos.

Arrecia les debe mucho a muchos poetas. Algunas de esas deudas están expresadas en las citas que encabezan ciertos textos del libro. En otras ocasiones la deuda es implícita y homenajeo al autor haciéndolo protagonista del poema. Me considero, ante todo, un lector de poesía. Me apasiona la lectura de poesía y Celan es uno de esos autores a los que regreso regularmente. En esos versos que cita también hay algo de Pedro García Cabrera. Me interesa principalmente la poesía que se fundamenta en una visión crítica y arriesgada. Esta crítica y este riesgo a veces se deslizan en estructuras verbales herméticas o disociadas del lenguaje ordinario, ahí están Celan, John Ashbery o Antonio Gamoneda. Otras veces sin embargo se nutre de formas cotidianas o directamente antilíricas de lenguaje. Pienso por ejemplo en autores como Pasolini, en Anne Sexton o en algunos libros del venezolano Eugenio Montejo.

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