El restaurante Nub se convirtió el miércoles, durante la gala de entrega de los premios celebrada en el hotel The Ritz-Carlton Abama, en el primer establecimiento de La Laguna en contar con una estrella Michelin. El local, ubicado en la calle Antonio Zerolo, es propiedad de la chilena Fernanda Fuentes y el italiano Andrea Bernardi y de él, destacó la Guía, el frescor de sus productos, el encanto del local y la atención personalizada. Sin embargo, la celebración por haber conseguir este galardón se vio empañada ayer por la noticia de que el establecimiento no cuenta con licencia.

El proyecto del restaurante Nub surgió en 2014 de la mano del italiano y la chilena, que querían realizar una cocina de raíces y recuerdos, homenajeando los recetarios populares de los países de origen de Fuentes y Bernardi. Cerca del 90% del producto que emplean es canario, con una gran presencia de la fruta y verdura que emplean para los característicos zumos con los que maridan los platos.

"Este reconocimiento nos llega en un buen momento porque estamos preparando la ampliación de nuestro proyecto", indicó ayer Fuentes, quien explicó que durante los primeros meses de 2018 se trasladarán a un local más grande puesto que ahora únicamente cuentan con cinco mesas y pueden dar servicio a 16 comensales a la vez. A pesar de esta mudanza, Nub mantendrá su filosofía y seguirá ofreciendo los dos menús degustación con los que cuenta actualmente pero, además, podrán solucionar el problema de la falta de licencia que tienen en la actualidad.

Fue en marzo de 2016 cuando los técnicos de la Gerencia Municipal de Urbanismo del Ayuntamiento de La Laguna realizaron la primera visita al establecimiento de la calle Antonio Zerolo y que, a pesar de sostener que realizaba una actividad de restauración y servicio de té, no contaba con licencia de apertura. Lo que sí existía era una licencia de industria pastelera del año 1954, puesto que el local pertenece a una empresa mayor que ofrece sus servicios en un local que da a la calle Carrera. Durante esta primera visita, Urbanismo ofreció el periodo de un mes a los empresarios para legalizar la actividad para lo que, además, debían realizarse obras para adecuar el interior del establecimiento, puesto que la situación no era compatible con la actividad que querían desarrollar.

En el mes de mayo del año pasado, se incoa expediente de actividad clandestina y, después de que los dueños del restaurante reconocieran los hechos, Urbanismo solicitó el cese la actividad del local. Dos meses después, el 8 de julio, se volvió a realizar una inspección técnica al local y se confirmaron las deficiencias en los sistemas de seguridad puesto que existían carencias en los sistemas antiincendios y deficiencias en la accesibilidad al local, que se encuentra ubicado en la primera planta de un antiguo inmueble del casco histórico lagunero.

Debido a todo ello, la Gerencia dictó una resolución solicitando, de nuevo, que se paralizara la actividad y, tan solo un día después, el 20 de julio de 2016, los propietarios reconocieron que era necesario llevar a cabo una serie de obras de adecuación en el local. Andrea Bernardi explicó ayer que "lo hemos intentado: cuando nos dijeron que teníamos que construir una escalera, acudimos a un arquitecto, que nos hizo un proyecto que no hemos podido llevar a cabo. Hemos presentado mil veces los proyectos pero las obras afectan a otro local que se encuentra debajo de nuestro restaurante y ahí está el problema". El 15 de septiembre de 2016, los inspectores de Urbanismo comprobaron que el local del número 2 de la calle Antonio Zerolo permanecía cerrado y, desde entonces no han vuelto a tener noticias en ese sentido.

De manera paralela a la puesta en marcha de las obras de adecuación, la Gerencia de Urbanismo también recordó a los propietarios la necesidad de llevar a cabo una modificación en el uso del local y el desarrollo de la actividad concreta que se está realizando en el mismo. Pero el 1 de agosto de 2016 se resolvió denegar la licencia de restaurante debido al riesgo para las personas que suponía el estado del establecimiento.

Fuentes de la Gerencia de Urbanismo destacaron ayer, no obstante, que a lo largo de estos meses se han llevado a cabo más de una decena de reuniones con los propietarios, que siempre se han mostrado predispuestos a llevar a cabo las obras que sean necesarias para poder desarrollar su trabajo correctamente, puesto que ese es el único reparo que tienen para lograr la licencia de apertura. Sin embargo, los empresarios han reconocido en varias ocasiones que les es imposible asumir el coste de los trabajos reclamados.

Sin peligro para la estrella

Por su parte, la organización de los premios gastronómicos explicó ayer que, en ningún momento, este hecho podría suponer para el restaurante Nub la pérdida de la estrella Michelin. "Nuestros inspectores únicamente valoran aspectos culinarios y nunca otros técnicos", indicaron fuentes de la institución, que recordaron que estos inspectores valoran, de manera anónima, el nivel culinario de los establecimientos a través de visitas de incógnito que realizan entre los meses de septiembre y julio, y que "no entran en las particularidades legales" de los restaurantes. Así, precisaron que "igual que no valoramos el estado legal de los establecimientos, tampoco tenemos en cuenta estos aspectos para quitar la estrella".

Las únicas dos posibilidades que la Guía contempla para la retirada de la estrella Michelin es que el restaurante cese su actividad o que la calidad gastronómica del mismo disminuya considerablemente. Asimismo, fuentes de la organización de los premios indicaron que, en caso de que Nub finalmente se traslade de local, "los propietarios tendrían que informarnos del traslado para que nuestros inspectores vuelvan a valorar la calidad de la propuesta y decidan si el restaurante mantiene el reconocimiento".

Fernanda Fuentes y Andrea Bernardi expresaron ayer que "nada puede bajarnos el brillo de la estrella que acabamos de ganar" y recordaron que "la Guía concede este galardón a la cocina y nosotros vamos a mantener nuestra calidad para no perderla". "Lo que nos gustaría es que se reconozca lo difícil que es ser cocinero y se destaque el amor que sienten una chilena y un italiano por Canarias".