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Entrevista| Claudina Morales

"Son pocas las mujeres que se libran de haber sufrido algún tipo de violencia"

"No se trata de un loco que pega a un buen chico al que se le fue la olla, es un problema estructural", explica la directora del Instituto Canario de la Igualdad

La directora del Instituto Canario de Igualdad, Claudina Morales, en su despacho. DELIA PADRÓN

¿Conmemorar un día como hoy sigue siendo necesario?

Es importante. Hablar de violencia de género es hacerlo de igualdad y es una carrera que tenemos que correr todos los días del año, pero es verdad que también le da visibilidad a la violencia. Se trata de aprovechar este día para insistir, difundir, formar, concienciar, sensibilizar y todos los sinónimos que podamos utilizar en torno al 25 de noviembre.

Se remarca que va más allá de la agresión física, que hay otras muchas formas de violencia,...

Desde luego. Por eso la ley canaria, a diferencia de la norma estatal, contempla todos los tipos de violencia: la que se da entre la pareja o expareja, la violencia sexual o el acoso sexual, la mutilación genital femenina, los matrimonios forzados, la trata de mujeres,... Si contemplamos todas las formas de violencia son pocas las mujeres que se libran de haberla sufrido en algún momento de su vida, por tanto estamos hablando de algo que tiene una extrema gravedad en esta sociedad.

La base es concienciar pero no es una tarea de un día,...

No, por eso el Instituto trabaja en tres patas. Una es la igualdad, no podemos combatir la violencia de género si no trabajamos por la igualdad. En ese sentido, estamos haciendo un esfuerzo en trabajar la transversalidad en el Gobierno de Canarias, hay una estrategia aprobada que no se ha desarrollado suficientemente. Para eso hemos contratado a una empresa que va a hacer el seguimiento de la implementación en dos consejerías para extenderla el próximo año. Además hay una partida este año para desarrollar los planes de igualdad en las corporaciones locales. Otra pata es la prevención y en ese sentido estamos trabajando en un marco de prevención en edades tempranas, donde van a tener cabida todas las acciones que vamos a desarrollar no solo desde el Instituto sino también desde otros ámbitos. Este marco tiene que ver con la campaña que estamos desarrollando para hoy que es orientada a jóvenes y basada en las nuevas masculinidades. La atención a las víctimas es la tercera pata, ahí está toda la red en la que estamos trabajando, con convenios con los cabildos, donde se da información, asesoramiento, ayuda y atención a las víctimas.

Precisamente, la ley canaria permite atender a las víctimas aún cuando no existe denuncia.

Es otra de las novedades del pacto estatal pero Canarias lo lleva haciendo muchísimo tiempo. Se atiende a las mujeres víctimas de violencia de género hayan o no presentado denuncia. En determinadas circunstancias, les resulta muy difícil presentar denuncia pero no podemos dejarlas desasistidas.

Todos esos servicios sirven de radiografía, ¿reflejan realmente lo que ocurre o quedan casos silenciados?

Claro que quedan, sobre todo si hablamos de violencia de género en todas sus formas. Por ejemplo, estos días estamos viendo el caso de La Manada, ¿qué mujer que ve eso no le cuesta denunciar? ¿Las agresiones sexuales se denuncian en la medida en la que ocurren? Estoy convencida de que no, de que son mínimas e igual pasa en violencia entre pareja o expareja. Cuando vemos los fallecimientos es una pequeña parte, hay casos que no se denuncian y de esos muchas veces no somos conocedores. Vemos solo la punta del iceberg y ya es terrible, estamos hablando de miles de mujeres que han sido atendidas en Canarias, y la sociedad no está lo suficientemente concienciada de que es un problema estructural. No se trata de un loco que pega o un buen chico que se le fue la olla.

Pero a veces ni las propias mujeres son conscientes de que lo que están padeciendo es una situación de violencia de género.

Por desgracia es así. Salió un estudio la semana pasada que alertaba que uno de cada cuatro jóvenes normalizaba la violencia y además la entendían solo cuando había insultos graves o agresión física. Seguro que si preguntamos a la sociedad vemos como hay una permisividad que sigue entendiendo que esto es una cuestión de la pareja o privada; si hablamos de acoso sexual estoy convencida de que pasa a diario en muchos sitios, o con la trata de mujeres por ejemplo, que se dice que el 90% de la prostitución es derivado de la trata y la consentimos, la justificamos y hasta hacemos negocio con ella. Donde quiera que mires siempre ves una brecha que sitúa a la mujer en un nivel distinto del hombre. Si hablamos del deporte, está menos remunerado el femenino y tiene menos repercusión, les cuesta más y no se les reconoce. Las mujeres son mayoría en las universidades pero vamos a ver cuantas rectoras hay,... En todos los ámbitos hay desequilibrio.

Se han dado avances en la historia, ¿pero ahora no existe cierto retroceso?

Tengo también esa percepción porque veo actitudes que no veía en mi juventud, o quizá es que hay más estudios de todo y vemos más realidades. También es verdad que vivimos en un mundo en el que los chicos y las chicas tienen cantidad de información y no sé si hemos educado a nuestros chicos en actitud crítica, sobre todo en edades en las que buscas con quién identificarte, estás desarrollándote como persona y buscas un referente. En ese contexto es difícil que llegue una charla que das en el instituto si luego ven programas como Mujeres y hombres y viceversa. Es difícil contrarrestrarlo con los mecanismos que tenemos las instituciones.

Por eso mismo, ¿realmente las campañas como la de este día u otras de prevención llegan a servir para modificar conductas?

Tiene que ser un conjunto de medidas. La educación es la base y en los colegios tenemos un trabajo infinito que hacer, por eso la consejería ha aprobado un plan de igualdad. Hay montón de cosas en prevención, no es una charla de una o cinco veces al año sino que tiene que estar dentro del trabajo que se hace con los chicos y las chicas, los padres y las madres o las nuevas tecnologías de información. Claro que son importantes las campañas de formación y sensibilización, pero necesitamos entender que es un problema de la sociedad y que está muy arraigado.

El caso de La Manada que mencionaba ha mostrado las dos vertientes, el rechazo a la violencia y la culpabilización de la víctima, ¿qué valoración hace de esa respuesta social?

Creo que ha sido un revulsivo, ante una evidencia tan clara la gente se empieza a posicionar y hay una reacción social tremenda diciendo que no es no y que además la víctima puede hacer con su vida lo que quiera y nadie tiene derecho a violarla. La justicia tiene un papel importante para dar seguridad a las víctimas, tenemos una legislación que hay que cumplir, pero cuando se denuncia hay que tener garantías de que se va a hacer todo lo posible para defender a la víctima.

Pero la justicia también falla

Fallamos todos, también los medios y las instituciones. La sociedad en su conjunto está fallando.

En los últimos tiempos entre los lemas del feminismo se usa la palabra patriarcado, ¿considera que la sociedad es patriarcal?

Soy feminista convencida, creo que cuando las mujeres se han ido incorporando a diversos ámbitos han hecho una sociedad mejor. Eso se lo debemos al movimiento feminista, que hubiera mujeres que combatieron pese a la resistencia de toda la sociedad . Ese reconocimiento no se le ha hecho, en la historia de los procesos de transformaciones hoy los sindicatos tienen un valor pero ¿por qué a los movimientos feministas no se le ha reconocido y sigue teniendo tristemente una connotación negativa? Es triste porque implica que a las mujeres se les desprestigia en la lucha por la igualdad. Y desde luego que tenemos una sociedad patriarcal, hay que romper con eso. Es la sociedad la que todavía asigna papeles distintos a los hombres y si reconocemos esa sociedad patriarcal no podemos trabajar por la igualdad.

¿Qué mensaje daría a la mujer que es víctima de violencia?

Hay que decirles que busquen asesoramiento, apoyo, que tomen las decisiones más buenas para sí mismas, para sus hijos e hijas si los tuvieran y que busquen ayuda, porque para eso tenemos muchos recursos. Sobre todo que no justifiquen la violencia de ninguna manera. Hay muchos mecanismos que hacen que las mujeres sean muy vulnerables, a veces no denuncian y hay que entenderlas.

¿Es una asignatura pendiente guiarlas en el proceso posterior?

En eso hemos dado pasos chiquitos pero tenemos un trabajo importante por hacer. Hay mujeres que no tienen recursos, que están en una situación de anulación, que dependen de su pareja emocional y económicamente y tienen que saber que no están solas. Qué hacer después en esas situaciones preocupa y es necesario hacer planes de empleo específico para mujeres víctimas de violencia de género y acompañarlas para un proceso de reinserción de la sociedad. Esta empleabilidad es una cuestión de formación, pero también necesitan autoestima, que se vean capaces de enfrentarse al mundo.

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