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Entrevista | Anton Aubanell

"Hay que conectar las matemáticas con la realidad y la resolución de problemas"

"Matemáticas es la asignatura más bonita que se estudia, pero a veces lo disimulamos en exceso" , señala el Catedrático

Anton Aubanell, en una de sus intervenciones. VICENT MARÍ

Anton Aubanell pronunció la conferencia 'Matemáticas que se tocan, se ven y se viven' en el marco de unas jornadas organizadas por el Centro de Profesorado de Ibiza y la Asociación Profesional de Docentes. Aubanell aboga por reivindicar tanto la utilidad como el placer de hacer matemáticas para que puedan conectar con la ciudadanía.

"Sin despreciar la necesidad de la abstracción y el formalismo, para una población general debemos pensar en una matemática más concreta. Porque si no, no sirve para nada ni es divertida", explica.

Se dice que usted afirma que las matemáticas "son la gran herramienta para entender el mundo". ¿Cree que la población, en general, y los estudiantes, en particular, comparten esta visión?

Probablemente no y por ello es importante demostrar que esto es cierto. A lo largo de muchos años la educación matemática no ha tenido suficientemente en cuenta las conexiones con el mundo, su aplicación en lo que nos rodea, y le hemos hecho un flaco favor. Pero esto se resuelve con educación, intentando que el sistema educativo refleje el aspecto más aplicado. Creo que era Galileo Galilei quien decía que el libro de la naturaleza está escrito con los caracteres de la Geometría; es decir, todo lo que nos rodea podemos leerlo a través de los caracteres de la Geometría. Sin saber matemáticas es difícil entender el mundo, y por eso en todas las escuelas del mundo se enseñan, pero debemos poner más en evidencia ese aspecto.

¿Por qué siguen causando tanto temor entre los estudiantes?

Es verdad que cuando les preguntan qué asignatura les da más miedo dicen que las matemáticas. Y, sin embargo, probablemente es la más bonita o una de las más bonitas que estudian; lo que pasa es que a veces lo disimulamos en exceso. Creo que la matemática puede seducir a muchas personas; en el Museo de Matemáticas de Cataluña decimos que hay dos tipos de personas: las que les gustan las matemáticas y las que aún no lo saben pero que han de darles una oportunidad, pues nunca es tarde para tener una experiencia matemática feliz.

¿Qué quiere decir?

Seguro que recuerda la emoción que sintió ante un problema curioso, una cuestión matemática, lógica, que le costaba y del que finalmente obtuvo la solución. La emoción de ese pequeño éxito logrado cuando se lucha desde un punto de vista matemático con un reto y se saca. Pues deberíamos conseguir que todos los alumnos a lo largo de sus años de escolarización tuvieran estos minutos de gloria matemática. Lo que pasa es que hay estudiantes cuya relación con las matemáticas es oscura, triste, y eso es un problema, porque a la larga serán ciudadanos que no apreciarán la matemática.

¿Pero cree que el sistema educativo actual, tal y como se enseñan las matemáticas, contribuye a ir en esa línea de tener esta experiencia feliz?

Yo creo que llevamos una tradición de muchos años en los que el sistema educativo no ha ayudado en esa línea, es verdad. Pero también creo que quizás nunca como ahora había habido tantos síntomas de cambio.

¿Cuáles son esos síntomas?

Tenemos muchísimas asociaciones de profesores que intentan buscar líneas de cambio que están más comprometidas con la resolución de problemas, con las conexiones entre la matemática del aula y la que nos rodea, con el razonamiento... Nunca había habido tantos profesores que se habían empeñado tanto en un cambio profundo y también los programas de formación de profesorado van en ese sentido. Debemos ser optimistas. Estamos ante una generación de maestros y profesores que probablemente cuando se jubile dejará una educación matemática distinta de la que ellos tuvieron cuando fueron alumnos.

¿Y cómo hay que enseñar esas matemáticas que se tocan, se ven y se viven?

No se trata de entrar en una contraposición de esto está bien y esto no. Seguro que debemos seguir enseñando una matemática que tenga que ver con la formalización, la abstracción, la educación de hábitos, porque si no se tienen unos mínimos hábitos de cálculo, mal asunto. Pero quizás debemos moderar determinados excesos de mecanización y subrayar más los aspectos más reflexivos.

¿Entonces?

La línea está en hacer una matemática más conectada con la realidad, con sus aplicaciones, buscando la matemática que nos envuelve. También más conectada con el reto, la reflexión, la resolución de problemas. Y sobre todo, más experimental: una educación matemática que entre por todos los sentidos, por la vista, por las manos, no sólo una matemática que vive en la pizarra.

Ir más allá de la pizarra.

Nosotros decimos que la pizarra, el cuadernillo de ejercicios son como ecosistemas en los que viven unos números, unos símbolos, que son bidimensionales, es decir, hay como dos dimensiones. Y en estos ecosistemas debemos poner una tercera dimensión, que es la vida.

Los objetos nos dan mensajes matemáticos, permiten experimentar, dar vida a ideas matemáticas desde el sentido. Yo creo que ésta es la línea. Y si me permite, yo creo que hemos de poner aún una cuarta dimensión.

¿Cuál?

La emoción. Cuando antes le hablaba del reto, del placer de haber resuelto un problema, aunque no sea útil, hablamos de emociones. Yo creo que la matemática se ha de hacer en cuatro dimensiones: la pizarra, el cuadernillo, el libro, no hay problema, pero también en la vida y la emoción.

¿Y este cambio, esta nueva manera de enseñar depende sólo del profesorado?

Casi todo ese enfoque depende de la metodología y la metodología, nos cambien las leyes o hagan lo que quieran, siempre estará en manos del profesorado. Por tanto, yo creo que las herramientas siempre estarán en el profesorado. Otra cosa es si tenemos más dinero para comprar más materiales o no, pero muchas veces se trata de materiales muy habituales. Lo que sí es cierto es que esto requiere formación del profesorado, pero bueno, creo que hay un esfuerzo en esta línea y poco a poco se va abriendo camino. Es ir cambiando nuestra manera de ver.

Porque...

Quizás muchos de nosotros, yo mismo, hemos sido educados en la formalización, la abstracción. Y a mí, de verdad, me seduce la estética de las formas, una deducción en la pizarra. Sin embargo hay que entender que los matemáticos somos una parte muy pequeña de la población y que muchos ciudadanos desearían una visión de las matemáticas que les sedujera en otro sentido, en el sentido más de aplicaciones, de descripción de la realidad.

¿Existe una brecha de género en el campo de las matemáticas?

Yo creo que no. A diferencia sobre todo de las ingenierías y las carreras más técnicas, donde hay una brecha evidente que desgraciadamente excluye demasiado a la mujer, en Matemáticas no. Yo he estado 25 años dando clase y probablemente he tenido más mujeres que hombres.

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