20 años ya desde ese primer Café Quijano. ¿En qué momento está hoy el grupo?
En uno muy feliz. Seguimos grabando discos y haciendo muchos conciertos. Quizá el grupo esté más estabilizado que antes. Seguramente, hay una parte que sea positiva del descanso que nos tomamos.
¿La posibilidad de regresar siempre estuvo ahí?
Efectivamente. Ya la vuelta se venía preparando desde hacía bastante tiempo, antes de la salida del primer disco de boleros. Yo, particularmente, nunca he tenido tanta química en el escenario como con mis hermanos. Es una energía especial la que sentimos los tres juntos.
¿Cómo vivieron el regreso?
Siempre tienes miedo, pero ya no después de una vuelta, sino en cada disco. Cada álbum es un nuevo reto, y el público al final es el que decide qué le gusta y qué para de escuchar. Y más viniendo de los años en los que estuvimos haciendo música por separado. Cabe la posibilidad de que el público se olvide de ti, pero creemos que ha sido al contrario, ha sumado. El grupo tiene más éxito.
Me hablaba de los boleros. ¿Por qué optaron por volver con este tipo de música?
Si te paras a analizar los discos de Café Quijano, en todos siempre dejábamos un bolero. Lo hacíamos porque es un estilo que siempre nos ha gustado tocar y componer. Pensamos que era el momento oportuno para hacer un disco íntegro de boleros, y dar un cambio radical al sonido que veníamos haciendo durante los últimos años. La verdad es que fue positivo. Cada uno de los álbumes alcanzó discos de platino.
¿Les sorprendió?
Sin duda. No esperábamos la aceptación. Hoy en día en la música, con la cantidad de oferta que hay, es muy difícil que el público se pare a ver lo que estás haciendo, que una vez que se pare le guste y que luego la gente compre una entrada. Es una continua lluvia de canciones las que salen cada día, y que las tuyas sean de las más escuchadas en la música latina, sorprende mucho.
Ahora están a punto de sacar su próximo disco, La vida no es la la la. ¿Seguirá el ritmo de reggaetón de su adelanto, Perdonarme?
Sí. Es un disco de pop rock latino, con guitarras eléctricas. Es reggaetón, no vamos a decir que no lo es, pero está muy evolucionado. Hubo un reggaetón muy duro cuando comenzó, pero lo que ha ocurrido con el paso de los años es que los productores latinos que ya han nacido en Norteamérica han pulido estos ritmos. Han cogido las bases más puras, han ido quitando elementos, y a los que han dejado les han dado una producción muy actual.
¿Hay qué adaptarse a las nuevas corrientes para mantenerse en la cresta de la ola?
Hay que adaptarse, pero sin perder tu autenticidad y tu sonido. Lo que ahora no se nos ocurriría sería desviarnos de nuestro ADN. Lógicamente, a toda la producción global tienes que darle un aire actual. Si no, estás fuera de tiempos. Pero sin perder tu esencia. Nosotros hemos hecho una trilogía dedicada al bolero y sonaba a Café Quijano. Ahora estamos haciendo este pop, e intentamos lo mismo.
¿Lo están poniendo ya a prueba en los conciertos?
Sí, estamos tocando Perdonarme y Mina. Perdonarme ha sido un éxito. En los conciertos la gente disfruta la mucho y ha sumado a un público nuevo a los conciertos.
Dicen que Mina va a dar mucho de que hablar, ¿la ven a la altura de algunos de sus grandes éxitos, como La Lola?
Creemos que las canciones se hacen. Necesitan un tiempo de maduración, y esta una canción que ha salido recientemente. Después del recorrido, veremos a ver dónde llega Mina y lo que va a representar para el público.
