El grancanario Juan Carmelo Santana, de 42 años, al que un tribunal popular juzga en la Audiencia de Las Palmas por matar a martillazos a sus caseros británicos en julio de 2006, dijo hoy que antes de consumar el doble crimen consumió cocaína, vino, cerveza y unas setas alucinógenas.

Así lo manifestó el acusado, quien explicó ante el tribunal del jurado, el fiscal y el abogado que ejerce la acusación particular en nombre de San Johnson, el único hijo del matrimonio fallecido, formado por Brian Johnson, de 60 años, y Tina Jane Johnson, de 58 años, que el 11 de julio de 2006, cuando sucedieron los hechos, se encontraba sumido en un estado de depresión porque estaba reciente el segundo aniversario de la muerte de su mujer, que había fallecido por problemas relacionados con el consumo de alcohol.

Juan Carmelo Santana admitió los hechos de los que le acusa el Ministerio Fiscal, que pide para él una pena de 46 años de prisión por dos delitos de asesinato y una indemnización de 240.000 euros el hijo del matrimonio fallecido, que la acusación particular, "por la brutalidad de los hechos", eleva a 50 años de prisión por los mismos delitos y a una indemnización de 300.000 euros,

Así, el acusado manifestó ante el tribunal, presidido por la magistrada Pilar Parejo, que, sin que mediara discusión alguna, el 11 de julio de 2006, cuando su casera, Tina Jane Jonhson, acudió al apartamento que tenía alquilado y pagaba a medias con su hijo, Yeray Denis, en El Cotillo, en el municipio de La Oliva, al norte de Fuerteventura, a cobrarle las tres últimas mensualidades, -de 600 euros cada una más 50 euros más de gastos de agua y luz-, que adeudaba, ésta le dijo algo sobre el siguiente mes de agosto que no entendió muy bien.

"Fue una conversación de dos minutos, no se lo que ocurrió ni lo que me dijo, me bloqueé y me fui a por ella", afirmó hoy Juan Carmelo, quien admitió así el puñetazo que dio a su casera, que quedó tirada en el suelo, lo que éste, aprovechó para "colocarse sobre ella y, estando en un plano superior", según relata el fiscal en sus conclusiones provisionales, coger un martillo y comenzar a golpearla en la cabeza "en repetidas ocasiones, con una violencia desmedida y con la intención de acabar con la vida".

Minutos después, Brian Johnson que había ido a cobrar otros alquileres a apartamentos cercanos, tocó en la vivienda que ocupaba Juan Carmelo Santana, quien dijo hoy que abrió la puerta a "una sombra" que ni siquiera sabía quién era, para lo que se cambió previamente "de izquierda a derecha" el martillo con el que había golpeado a Tina, y que en la misma entrada de la vivienda, y sin mediar palabra con él, le golpeó y cayó al suelo.

En repetidas ocasiones, el acusado aludió a su estado de ansiedad por el recuerdo de la muerte de su mujer alcohólica, con la que había compartido 17 años de matrimonio, y al refugio que buscaba en esa época en el alcohol, drogas como cocaína, MDA o ácido líquido y dijo que también consumía unas setas alucinógenas que le habían regalado para tratar de evadirse de otros problemas, como la falta de trabajo.

Explicó que llevaba unas tres semanas sin trabajar "en la obra" por falta de actividad, aunque aseguró que ofreció a Tina 1.000 euros para regularizar la deuda contraída en los tres últimos meses.

Tras matar a sus caseros, un matrimonio británico afincado hacía años en Fuerteventura, donde trabajaban cobrando alquileres en distintos apartamentos de La Oliva, el acusado cubrió sus cabezas con dos bolsas "para que no siguieran sangrando", cubrió sus cuerpos con mantas, los escondió debajo de su cama y limpió el apartamento porque no quería que su hijo viera nada cuando volviera a casa.

Luego fue a llevar al trabajo a su amigo Luis, con quien se tomó unas cervezas y a quien no contó lo que había hecho, como tampoco reveló, "por encontrarse bastante cargado y nervioso", dijo, a su hijo, con quien cenó la noche del 11 de julio y en la que también compartió unos vinos con otros amigos en su apartamento, donde todavía guardaba bajo su cama los cadáveres de Tina y Brian.

De allí, todos se fueron al apartamento de unos amigos y, de regreso a casa, sobre las 06.00 horas del 12 de julio de 2006, Juan Carmelo comprobó que su hijo dormía y aprovechó la soledad de la madrugada para bajar los cadáveres hasta la calle, meterlos en el maletero de un Fiat Cincuencento de una amiga y llevarlos hasta el Malpaís de Mascona, una zona inhóspita de El Cotillo que suelen frecuentar cazadores, donde los depositó tras un muro y los tapó con piedras. Fue el perro de uno de esos cazadores el que halló los cuerpos de Tina y Brian el 15 de julio de 2006.

La defensa del acusado, ejercida por Gonzalo Miranda, quien en su escrito provisional solicitó su libre absolución, negó hoy que Juan Carmelo Santana haya tenido intención de matar, destacó que estaba de drogas y de setas alucinógenas procedentes de Centroamérica hasta la coronilla el día de los hechos y consideró que "la brutalidad de la agresión en sí misma no eleva el homicidio a asesinato, en caso de que sea culpable de matar, porque no es responsable de lo que hizo".

El abogado afirmó, en cualquier caso, que "puede haber un homicidio con ciertas atenuantes" y pidió al tribunal popular que tenga "mucho sentido común" a la hora de juzgar a su patrocinado.