Mientras media España se levantaba ayer con la esperanza de que le tocase uno de los premios de la Lotería Nacional, para la familia de Inocencia Oliva era una de las fechas más tristes de su vida, puesto que Sesa, apelativo con el que era conocida, había fallecido el día anterior al tratar de evitar que un joven de etnia gitana, novio de una de sus hijas y ahora detenido, supuestamente le robase en el interior de su vivienda, que ayer permanecía precintada, sita en la calle Laderas del Pilarito, en El Chorrillo, barrio del distrito suroeste de la capital tinerfeña, según confirmaron a La Opinión de Tenerife fuentes policiales cercanas al caso. Este diario adelantaba en la edición de ayer el hallazgo del cadáver de la mujer y las pesquisas realizadas por los funcionarios policiales.

La conoció por internet. El detenido, del que la Policía Nacional no ha querido facilitar ningún dato puesto que todavía se está investigando, conoció a la hija de la víctima a través de internet y nunca fue del agrado de nadie, según fuentes cercanas a la familia. Ésta podría ser, según otras fuentes, la causa de la disputa que causó finalmente la muerte a la mujer.

Al parecer, el motivo de la muerte fue un fuerte golpe propinado en la cabeza con un objeto contundente. Ayer se le practicó la autopsia a la mujer en el Instituto de Medicina Legal en La Laguna. Los agentes pusieron los hechos en conocimiento del juzgado de guardia de la capital tinerfeña.

Las honras fúnebres tendrán lugar en la pequeña ermita de El Pilar, en el propio barrio, que ayer se despertó conmocionado con la trágica muerte de Inocencia Oliva. Esta mujer perdió hace tres años a su esposo de forma trágica, tras sufrir un accidente de tráfico después de una bajada de azúcar que le hizo perder el conocimiento y estrellar el vehículo que conducía contra un camión remolque estacionado a unos cientos de metros de su domicilio.

La fallecida era ampliamente conocida en la zona, puesto que regentó la cantina del campo de fútbol Valeriana, así como un bar sito en la antigua carretera general del Sur, que después pasó a manos de otro de sus hijos.

La Opinión de Tenerife se puso en contacto ayer en dos ocasiones con dos de los hijos de la fallecida, que apenas pudieron aportar dato alguno dado el abatimiento que soportaban. Sólo Antonio acertó a pedir que "lo único que quiero es que la Policía detenga a la persona que le hizo esto a mi madre".