Una joven de origen brasileño de 20 años, identificada como Yéssica Mayara Carraro Dos Santos, apareció asesinada ayer con varios cortes en el cuello y en diversas zonas de su cuerpo en el interior del apartamento donde vivía, en la localidad majorera de La Lajita.

La joven residía desde hacía algunos años en la Isla junto a su familia. Trabajaba en un centro comercial de Morro Jable y era muy apreciada por los vecinos y por sus compañeros de trabajo. El pasado domingo visitó junto a sus familiares un mercadillo agrícola. A partir de ahí, no se tuvieron más noticias de Yéssica hasta que la encontraron muerta.

Agentes de la Guardia Civil intensificaron ayer sus pesquisas para tratar de identificar al autor material de la muerte de Yéssica e incluso realizaron diversos controles en los accesos al pueblo. Mientras tanto, los miembros de la Policía Judicial del Instituto Armado trataban de recoger muestras en el interior del apartamento, así como pruebas en los aledaños, especialmente las cintas de las cámaras de seguridad de una entidad bancaria, de una farmacia y de un colegio próximos al lugar de los hechos.

La madre de la joven, Fátima Cararo, se desplazó sobre las tres de la tarde junto a su compañero Leo Araya desde Puerto del Rosario cuando recibió una llamada del jefe de Yéssica para interesarse por las causas por las que no había acudido a su centro de trabajo. Inmediatamente se encendió la alarma y tras llamarla varias veces por teléfono y, al observar que no respondía, se dirigieron hacia el pequeño apartamento ubicado en la calle Achimencey número 20 de La Lajita. Como tampoco contestaba al timbre de la puerta pidieron al propietario de la vivienda una llave para poder acceder al interior.

VIOLENCIA. Cuando Fátima y Leo entraron se encontraron con restos de sangre esparcidos por todo el salón, así como signos de violencia. Yéssica trató de defenderse de su asesino. Tras dirigirse a la habitación la encontraron tendida en la cama con cortes producidos por arma blanca y en el cuello un pañuelo empapado en sangre.

Los agentes pudieron comprobar que el acceso a la vivienda no había sido forzado, por lo que trabajan en la hipótesis de que la víctima podría conocer a su agresor. Además, su coche aparcado en la calle se encontró con las puertas abiertas.