Los padres del pequeño Néstor Aquiles Navarro González, de tres años, jamás llegaron a pensar que el perro pit bull que hacía poco menos de un mes fueron a buscar a la perrera de Valle Colino acabaría con la vida de su único hijo a dentelladas en la tarde de ayer.

La tragedia comenzó sobre las 15.30 horas en la calle Don Diego del barrio de La Gallega, en el sureste de la capital tinerfeña, concretamente a la altura del número 38.

Sobre esa hora saltó la alarma en el interior de la vivienda ocupada por Néstor, de 23 años, y Rocío, de 22, padres del pequeño fallecido. Sin esperarlo, el perro de raza pit bull, de unos dos años, se abalanzó sobre la madre, que sostenía al niño en sus brazos, y comenzó un feroz ataque. A pesar de los intentos por parte de Rocío y de los gritos de su esposo, el pit bull no soltaba al menor, que lloraba desesperadamente.

Los minutos parecían una eternidad y los padres no podían retirarle el niño al perro puesto que éste amenazaba a cualquiera que se acercase.

Entretanto, uno de los padres de Néstor llamó al Cecoes 112, que envió a una ambulancia hasta el lugar. No obstante, ante el cariz que tomaba el asunto y después de las explicaciones de los progenitores, el jefe de sala decidió mandar una segunda ambulancia al tiempo que se personaba la primera patrulla de la Policía Local de la capital tinerfeña. Minutos después llegó al lugar una dotación del Cuerpo Nacional de Policía.

Uno de los enfermeros de la ambulancia hizo frente al pit bull, al que consiguió engañar y encerrar en el cuarto de baño.

DESGARRADOR. En ese instante, la escena era desgarradora. El personal sanitario con el médico del SUC comenzó las labores de estabilización del niño, que había sufrido una parada cardiorrespiratoria y se encontraba completamente ensangrentado.

Ante la gravedad de las heridas una ambulancia partió con el niño hacia el Hospital Nuestra Señora de la Candelaria, donde falleció a los pocos minutos de ingresar.

La Policía Científica de la comisaría de Tres de Mayo llegó al lugar para llevar a cabo la inspección ocular, que duró casi dos horas.

Los hechos fueron puestos en conocimiento del juzgado de guardia de la capital tinerfeña.

La Policía Local dio aviso al albergue de perros de Valle Colino, por lo que un veterinario y su ayudante se dirigieron hacia el domicilio con el objetivo de llevarse al pit bull.

"Una vez en el domicilio, nos indicaron que el perro se encontraba encerrado en el cuarto de baño, por lo que mi ayudante, provisto de un lazo, abrió la puerta y lo enlazó", adelantó el veterinario, quién agregó: "Luego lo sacamos por la escalera y lo montamos en la furgoneta. Ahora se encuentra en Valle Colino a la espera de lo que decida el juez".

Los vecinos apenas se enteraron del luctuoso suceso, si no es por la prensa, que comenzó a hacer acto de presencia poco después.

En el lugar donde ocurrió el hecho, La Gallega, un barrio humilde con muchas viviendas de autoconstrucción, los vecinos se conocen, como señaló un joven, "de hola y adiós". Este joven que vive enfrente de la pareja que perdió a su hijo y que prefirió guardar el anonimato reconoció: "Yo veía a la pareja pasear con el perro, pero sin bozal. Parecían buenas personas".

Fue este redactor el que tuvo que comunicarle el fallecimiento del niño. "¿Pero eso está confirmado?", acertó a contestar.

Otros vecinos aseguraron: "No imaginábamos que pudiera producirse una tragedia así".

"MUY LINDO". Una de las vecinas del mismo inmueble donde vivía el matrimonio con el niño de tres años atacado por el perro aseguró entre lágrimas que ella llevaba al niño de vez en cuando a la guardería y jugaba con él. "Era un niño muy lindo, muy simpático y siempre estaba de buen humor", afirmó.

"Yo no estaba en el momento en que se produjo la tragedia, pero cuando llegué a casa vi las ambulancias y la calle llena de policías y pregunté lo que había pasado. Cuando me dijeron que se habían llevado al niño, no me lo podía creer y me puse a llorar", agregó la vecina.

La misma vecina indicó que los padres, un matrimonio joven de algo más de 20 años, siempre salían a pasear con el niño y con el perro, y, aunque éste no llevaba bozal, siempre iba atado.

Otra de las vecinas del matrimonio, que vive en la misma calle pero en un portal posterior, señaló que se enteró de lo ocurrido cuando empezaron a llegar las ambulancias y los coches de policía. Aseguró que a ella y a su hija siempre les han dado miedo los perros.

Fuentes policiales señalaron a La Opinión de Tenerife que, "dado que había sido retirado de Valle Colino, se entiende que tiene la cartilla sanitaria, así como el seguro de responsabilidad civil y que sus propietarios pasaron el correspondiente informe psicológico, de acuerdo a la ordenanza municipal sobre la posesión de animales de razas peligrosas".