Un despiste acabó en desgracia en un ático de Vecindario en marzo del año 2000. Una niña de sólo 20 meses terminó entre las fauces de un perro de la raza sttaford después de que accediera al recinto en el que el dueño de la vivienda le proporcionaba su ración diaria de comida.

Una niña alemana de apenas 20 meses perdió la vida entre las fauces del perro de la raza sttaford Ronda a primera hora de la tarde de un sábado, 18 de marzo del año 2000. El mortal ataque se produjo en el momento en el que el propietario del ático situado en el edificio Menceyes de Vecindario (sureste de Gran Canaria) proporcionaba su ración de comida a este animal de pelaje negro que pocos días antes le había dejado en su domicilio un amigo que había decidido irse de viaje a Egipto; además, el dueño de la vivienda, de nacionalidad alemana, tenía otros tres canes de su propiedad.

Según los datos que trascendieron en las horas siguientes al desgraciado accidente, Emma Hanna había acudido de visita, en unión de sus padres, hasta el domicilio de la pareja alemana y desde el primer momento había mostrado su interés por acariciar a los animales. Su "oportunidad" llegaría a mediodía, cuando el propietario del inmueble accedió al recinto donde se encontraban estos y, aprovechando un despiste, logró acceder al interior en el momento en el que se les proporcionaba su diaria ración de comida. Por causas que no se llegaron a conocer públicamente, Ronda, nombre al que respondía el sttaford, cogió entre sus fauces el cuerpo de la pequeña y comenzó a zarandearlo como si de una muñeca se tratara.

Entre nervios y llantos, los adultos que se encontraban en el ático lograron arrancar de sus colmillos el cuerpo de la pequeña (que cuatro meses después iba a cumplir sus dos años de vida) y corrieron con ella hasta el cercano centro de salud de Vecindario, a menos de un kilómetro del inmueble.

Cuando llegaron al dispensario médico, a la pequeña apenas le latía el corazón. Los esfuerzos de los médicos de guardia, a los que se unieron las dotaciones de dos ambulancias medicalizadas que habían coincidido en el lugar, muy poco pudieron hacer por restablecer las constantes de la pequeña, a la que apenas le quedaba sangre en sus venas.

Según los datos que recogió este periódico en su edición del domingo, 19 de marzo, "la cara y la cabeza de la niña estaban completamente destrozadas" como consecuencia de la fuerte presión ejercida por la férrea dentadura del animal. Cabe la posibilidad de que alguno de los otros tres perros también pudiera haber atacado a la niña, un hecho que nunca llegó a ser aclarado por los investigadores.