Vi la cabeza en sus manos, con los ojos y la boca abiertos; nunca me había topado con nada igual. Todavía tengo esa imagen grabada en la mente", declaraba Davide Bálsamo a los medios de comunicación varias horas después de presenciar la huida de Deyan Valentinov D. con una cabeza en la mano.

Bálsamo es el joven italiano que, con su casco, consiguió tirarlo al suelo cuando intentaba huir para que el resto de testigos pudieran retenerlo. Reconoce que fue "una locura" darle un golpe con el casco, pero "era lo que tenía en las manos". Todavía no se explica de dónde sacó el valor. Solo sabe que fue su primera reacción. Conocía las andaduras "del profeta, como muchos lo llaman en esta zona, y se sabe que es una persona peligrosa", explicó Bálsamo.

Como él, decenas de personas se aglutinaban ayer desde media mañana para conocer lo ocurrido. Existen cientos de versiones aunque ninguna es oficial. Muchos hablan por lo que han oído decir a otros testigos. Todo el barrio de Los Cristianos está conmocionado por lo ocurrido.

Piensan que cualquiera podría haber sido la persona elegida para morir, por tan solo haberse cruzado en su camino. Esto es lo que expresa el vecino Bernardo Parra, quien reconoce que no para de pensar en lo que le han relatado los testigos sobre lo que sucedió en apenas media hora en esa misma calle. Él, como muchos otros vecinos, pasaba cerca del bazar chino ayer por la mañana cuando se encontró con el despliegue policial.

Algunos de los presentes conocían al asesino. Ninguno de ellos duda de que estaba perturbado. "Se le oía gritar a veces por la calle y lo han detenido en más de una ocasión por pegar a alguien", comentó Parra.

Más de diez personas encima

Mari Carmen Pérez llegó cuando el hombre ya se encontraba tendido en el suelo. "Creo que tenía encima a más de diez personas", aclaró. "Olía a alcohol y gritaba mucho", aportó, versión que corroboran otros vecinos presentes en el lugar de los hechos.

A esta vecina de Los Cristianos lo que más le ha impresionado ha sido "la cantidad de sangre que había por todos lados". Explica que "con mucha tranquilidad gritó al salir de la tienda que era un justiciero de Dios y después caminó por la acera muy despacio. Cuando único se le notó nervioso fue cuando todos se le cayeron encima para detenerlo".