La sorpresa y la incredulidad seguían siendo ayer las expresiones más usadas por los habitantes de Barrio Atlántico (La Feria) para hablar de Alberto Velázquez, el vecino que fue encontrado prácticamente momificado en su casa tras llevar cerca de cuatro años muerto sin que nadie se preocupase por él.

"Aquí venía a comprar un pan de vez en cuando, saludaba y no decía mucho más, era un hombre reservado", explicaba ayer un tendero de la avenida Guillermo Santana Rivero donde apareció muerto Velázquez.

La reserva, la cautela y las pocas ganas de hablar son las definiciones en las que coinciden la mayoría de los vecinos de La Feria que tuvieron algún trato con él durante los dos años que vivió allí. "Era un hombre muy triste, parecía que lo pasaba mal", señala Octavio, peluquero de la zona. Esa falta de relación con el resto de vecinos es la que todos señalan como la causa principal de que nadie le echase de menos durante todo este tiempo. "Yo pensaba que se había hartado de todo, cerró su casa y se fue a vivir a otro barrio", aseguraba Jaime García, vecino de enfrente de Velázquez y viejo conocido. "Era de La Isleta como yo, y era estibador", relata García, "como siempre estaba solo pensé hasta que era soltero y resulta que tiene hijos, ¿y dónde han estado esos hijos todos estos años?"

Una vecina que no quiere dar su nombre y que mantenía algo más de trato con él afirma que Velázquez tendría 72 años cuando desapareció, que en La Paterna vivían unas hijas y que nunca superó la muerte temprana de otro hijo. Los vecinos aseguran que la única que preguntó por él, al menos durante un par de meses después de su desaparición, era una señora del barrio con la que supuestamente mantenía una relación. Luego, su recuerdo se evaporó.