Alfredo Martín el Palmero falleció ayer, a los 88 años, en Los Llanos de Aridane, donde hoy recibirá sepultura el legendario puntal del Adargoma de Las Palmas de Gran Canaria. Campeón regional individual y con el club decano en la década de los años 50 del pasado siglo, el Palmero fue una de las figuras más relevantes de una época gloriosa del vernáculo deporte, en la que pegó terribles agarradas y desafíos con puntales de la talla de Manuel Marrero Pollo de Buen Lugar, Abel Cárdenes Pollo de Vegueta, Heraclio Niz Pollo de Arrecife, Pepe Araña Pollo de Arucas, Cándido Matoso Pollo de Doramas, Salvador Díaz Pollo de Anzo, y sobre todo con el tinerfeño Pancho Camurria, que de parte y parte, se tumbaban y se quedaban más de una vez rascados.

Pero si hubo una figura clave en la vida luchística de Alfredo Martín el Palmero esa fue la de Juanito Mujica el Caballero de la Lucha Canaria. El Palmero pegó a luchar con 14 años, con sus hermanos en La Palma, a donde llegó en su más tierna infancia desde Güímar en Tenerife, donde nació por circunstancias laborales de sus padres. De La Palma se traslada a Lanzarote para cumplir con el servicio militar, y de allí le destinan a Gran Canaria. Es en esta isla donde lo conoce Juanito Mujica, como un joven valiente, portentoso y atrevido para la lucha canaria. Juanito Mujica lo entrena, lo instruye y lo forma como un gran puntal, hecho que el Palmero destacaría durante toda su vida. De hecho su principal destino y el club de su formación sería el Adargoma, donde se retiraría en 1967, con 44 años, y dejando campeón al club capitalino del Torneo La Granja del Cabildo, con el finado Santiago Ojeda, Emilín I, Arias y el también finado Miguelito Ruano como principales compañeros.

Además del Adargoma, Alfredo Martín bregó en el Rumbo, el Krüger, el Vencedor y en el Breña Baja de La Palma, donde coincidió, ya mayor, con sus sobrinos Juanito y Miguel Primera.

Alfredo Martín será incinerado hoy en La Palma, y mañana miércoles, a las 17.00 horas, se oficiará un funeral en su memoria en la iglesia de la Candelaria, en Ingenio, de donde era Hijo Adoptivo. | J. Alberto Hernández