La supuesta cantidad de dinero que propició la tortura y posterior asesinato de Victoriano Carmelo Rivero Pulido, el indigente que vivía en un túnel de desahogo de la zona de la machacadora de Tías, asciende a los 90.000 euros, constató ayer la fiscal Yolanda López en sus preguntas al padrastro del presunto asesino en la segunda jornada del juicio que se celebra ante un jurado popular.

"Él decía que tenía dinero escondido, pero no sé cuánto", declaró el testigo durante su interrogatorio, aunque López le recordó que en la fase de instrucción había dicho que durante la transición de la peseta al euro le llevó varias veces al banco para que cambiase su dinero. "Él me decía que llevaba en cada viaje entre 200.000 y 300.000 pesetas, pero yo no lo vi", puntualizó. En total, sumó López, la víctima "cambió 15 millones de pesetas".

La vista oral en la que se juzga a Stevens Díaz Giraldo por asesinato continuó ayer en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Las Palmas. Fue el turno de escuchar a las personas que lo vieron con vida por última vez, los que lo encontraron muerto al día siguiente y sus familiares.

Cobraron especial relevancia las palabras de una señora que supuestamente observó a la última persona que se debió cruzar con Victoriano. "Vi a alguien bajarse de un coche de repente y salir corriendo en dirección al túnel, pero no le vi la cara porque estaba de espaldas".

A preguntas de la fiscal, lo describió como alguien que tenía "la piel medio oscura, como de persona sudamericana", que "no era gordo" y que "parecía que llevaba algo escondido en la mano izquierda".

La testigo también dijo ha-ber visto a Victoriano llegando a su casa: "Era un señor mayor que venía caminando por la carretera, con barba, un gorro en la cabeza y una bolsa de basura en la mano".

Los familiares del presunto asesino atestiguaron ayer que Stevens no estuvo en ningún momento solo. Después de terminar de trabajar con su padrastro en la carpintería fue a comer a casa con su madre. Tras dormir la siesta, salió con ella a visitar a su hermano, que estaba en un asadero, y se marcharon al rato de compras al centro comercial La Biosfera. Tras esto, se encontraron todos en una gasolinera, para ver la final de la Copa del Rey. Sin embargo, el registro de los teléfonos móviles arroja dudas sobre la verosimilitud de la historia porque, atestiguó López, "existe una llamada que se hizo cuando estaban todos juntos".