"Estoy mal del estómago y tengo colitis, llevo cinco noches sin dormir y tuvimos que hacer nuestras necesidades en bolsas de plástico y botellas". Así describió ayer su estado el empresario grancanario Sebastián Tejera Alemán, de 53 años, uno de los pasajeros que viajaba a bordo del crucero Costa Allegra, que arribó remolcado al puerto de Mahé, la mayor isla del archipiélago de Seychelles, en el océano Índico, después de haber pasado tres días sin electricidad por el incendio ocurrido el pasado día 27 de febrero en la sala de generadores del buque.

Sebastián Tejera Alemán narró telefónicamente a este periódico, en un tono molesto y preocupado, cómo transcurrió el viaje en el barco de la naviera Costa Cruceros después del incendio: "Fue una travesía horrible porque no había electricidad, por el calor que pasábamos y por la poca comida. Para nosotros ya no era un barco, sino que se convirtió en una patera. Estuvimos esos casi cuatro días comiendo pan de molde, con el salchichón y el queso parmesano que nos trajeron los helicópteros, bebiendo sólo agua".

Respecto a cómo supo que se descubrió el fuego en la sala de generadores, este empresario relató: "Fue sobre la una de la tarde del lunes 27 de febrero. Se propagó muy rápido y en menos de quince minutos nos avisaron a todos los pasajeros del buque y nos colocamos junto a las balsas que nos habían asignado para abandonar el barco, cosa que al final no se hizo. Si hubiera sido a la una de la madrugada, nos hubiéramos muerto".

"Cuando oí por megafonía que se trataba de una emergencia, creí que se trataba de un ataque de los piratas porque estábamos en la zona somalí. El primer día nos explicaron que si eso sucedía había que tirarse al suelo para cubrirse de los disparos", agregó Tejera.

En cubierta y sin aseos

Finalmente, ni el pasaje -627 personas-, ni la tripulación -413- no tuvo que abandonar el Costa Allegra. Sin embargo, la tripulación aplicó una serie de medidas, ya que el barco se quedaba a la deriva a unas 200 millas al suroeste de las islas Seychelles, al no ser operativas las máquinas por los daños ocasionados por el fuego, a la espera de que algún barco de la zona lo remolcase hasta un puerto.

"No podíamos entrar en las habitaciones, sino quedarnos en las cubiertas. Los baños, en los que rebosaban los excrementos, estaban cerrados. Los olores eran muy fuertes, inaguantables", recordó Tejera Alemán, quien en el barco estaba con otros tres grancanarios de los quince españoles que estaban a bordo.

"Cuando ocurrió el aviso de la emergencia, yo estaba en bañador y con una camiseta. Así me quedé durante los casi cuatro días porque no podíamos ir a las habitaciones, ni coger nada. Menos mal que nos podíamos lavar con agua mineral en las cubiertas", añadió Tejera Alemán, que había comprado el billete en la agencia de viajes de El Corte Inglés de Siete Palmas.

El buque, que arribó sobre las 04.00 hora canaria de ayer en el puerto de Mahé, fue remolcado, cuando estaba a la deriva, primero por un pesquero de altura francés y luego por dos remolcadores.

Desembarco

Tras las dos horas empleadas para la operación de entrada del crucero al puerto de la isla de Mahé y la hora para realizar el desembarco, el alivio y la alegría reinaron entre el millar de personas que se encontraban en el barco cuando lograron llegar pisar tierra firme.

"Todo fue lento. Normal porque era mucha gente y todos queríamos llegar cuanto antes. Estuve entre los primeros que bajé porque se hacía en función de la cubierta en la que estabas en Costa Allegra", manifestó.