La familia del matrimonio del barrio de Guanarteme, Antonio Quesada Díaz y Ana María Artiles García, de 76 y 74 años de edad respectivamente, de los que se desconoce su paradero desde la tarde del pasado martes, se encontraban ayer "desesperados" y "agotados" por la larga espera, por no saber dónde se encuentran y el estado de salud de ambos.

Después de casi setenta horas de su desaparición, el cansancio y la preocupación por parte de los hijos y del resto de la familia de estos dos septuagenarios ya han hecho mella, más por el hecho de que no encuentran respuesta a qué les pudo ocurrir esa tarde, cuando pretendían ir a la avenida Mesa y López para comprar un sonotone para ella.

Hasta anoche no se había producido ninguna novedad sobre el paradero o el estado de salud de esta pareja, "a pesar de que los teléfonos no han dejado de sonar durante todo el día", como indicó Dolores Quesada, una de las hijas. "Son familiares, amigos y medios de comunicación los que llaman a cualquier hora. Estoy agotada, además de desesperada, porque no nos dan la información que queremos".

Varios de los cinco hijos de Antonio Quesada y Ana María Artiles -Dolores, María del Carmen, Mercedes, Mirian y Antonio- han estado siempre haciendo guardia en la casa familiar, sita en la calle Párroco Francisco Rodríguez Rodríguez, en la parte trasera de la plaza del Pilar, y pendientes de cualquier llamada o aviso. Eso sí, todos saben que los efectivos del Cuerpo Nacional de Policía realizan sus pesquisas y la búsqueda de ambos, como también la hacen grupos de amigos y miembros de Protección Civil de la capital grancanaria.

Conocidos

Los desaparecidos son naturales de Santa María de Guía y "llevan toda la vida" en Guanarteme, como resaltaban amigos y vecinos del barrio. El primero es diabético, por lo tiene que tomar la medicación de insulina tres veces al día. Ninguno de los dos tiene carné de conducir, ni cuentan con coche a disposición de ellos, como señalaron fuentes familiares.

Antonio y Ana María fueron vistos por última vez el pasado martes por la tarde en una churrería que está en la calle Castillejos. Según una trabajadora, Quesada Díaz estaba bromista y se comportaba de una manera normal.