La desaparición de la niña británica Madeleine McCann en Portugal, que conmovió al mundo hace cinco años, es aún un misterio sin resolver, en el que los padres de la menor y los investigadores lusos no se ponen de acuerdo.

Kate y Gerry McCann, convencidos de que su hija fue raptada y puede estar viva, pidieron la semana pasada la reapertura del caso.

Pero las autoridades portuguesas, que en una fase de su investigación consideraron al matrimonio sospechoso de la hipotética muerte accidental y ocultación del cadáver de su hija, no ven indicios que justifiquen reabrir el proceso.

Los McCann hicieron la petición a través de los medios de comunicación después de que el equipo especial de 37 agentes de Scotland Yard creado el año pasado para revisar el caso anunció que la niña puede seguir viva.

Los agentes han encontrado 195 piezas de información dignas de ser investigadas entre las cien mil páginas de documentación acumuladas sobre Madeleine.

Sin embargo, la Policía Judicial lusa (PJ), que colabora con los investigadores británicos, considera que no hay indicios que justifiquen reabrir oficialmente el caso.

La investigación fue cerrada en 2008 por la Fiscalía portuguesa con el argumento de que no había pruebas fehacientes sobre el paradero de la niña ni tampoco para incriminar a los padres en su desaparición.

El director adjunto de la PJ, Pedro do Carmo, declaró a EFE que el grupo de trabajo entre los dos países, creado el año pasado para seguir el caso Madeleine, mantiene comunicación regular pero no se han identificado elementos con "consistencia, novedad y credibilidad" para la reapertura formal de la investigación.

En medio de la discordia, nada llamativo se ha revelado en los últimos cinco años sobre el posible paradero de Madeleine, cuya cara angelical apareció por todo el mundo en medios de comunicación, internet, carteles, correos electrónicos y numerosos actos públicos, desde partidos de fútbol a congresos.

Los McCann recaudaron en 2007 más de cuatro millones de euros en la campaña para buscar a Madeleine que los llevó por varios países de Europa e indujo a las autoridades comunitarias a promover un sistema de alerta internacional de desapariciones de menores.

El 3 de mayo de 2007, cuando estaba a punto de cumplir 4 años, la pequeña Madeleine desapareció de un apartamento de Playa de la Luz, en el Algarve, al sur de Portugal, mientras dormía con dos hermanos aún menores y sus padres cenaban con amigos en un restaurante cercano.

Nunca se encontró rastro de su paradero, aunque cientos de efectivos de la Policía y voluntarios la buscaron durante meses con ayuda de las autoridades de otros países y mientras las televisiones de medio mundo, lideradas por las británicas, mantenían una atención internacional sin precedentes en un caso de desaparición.

La Policía portuguesa fue muy criticada entonces en los medios británicos por defectos de investigación y falta de diligencia, y el caso dio un vuelco precisamente con la llegada al Algarve de expertos de Scotland Yard con los mejores perros de búsqueda del Reino Unido.

Los canes encontraron supuestos vestigios biológicos de Madeleine y huellas de un cadáver en efectos personales y en el automóvil alquilado por los McCann tras la desaparición de la niña.

La Policía declaró al matrimonio de médicos sospechoso formal en la desaparición de su hija y la pareja abandonó precipitadamente el país el 9 de septiembre de 2007, tras haber sido sometida a varias horas de interrogatorio.

Sin embargo, los análisis de las muestras que les incriminaban, realizados en el Reino Unido, no se consideraron concluyentes.

El inspector que dirigió la investigación, Goncalo Amaral, renunció y se jubiló anticipadamente, pero publicó un libro, "Maddie la verdad de la mentira", en el que detalla todos los indicios recogidos por los investigadores lusos y británicos que apuntan a la implicación de los padres en la desaparición.

La pareja, que ya fue indemnizada por medios británicos que divulgaron informaciones consideradas calumniosas sobre el caso, logró la prohibición judicial del libro de Amaral durante varios meses y mantiene una demanda en los tribunales lusos contra el ex inspector.