Los vecinos de Hoya Andrea aún no saben qué les pasa a sus viviendas. Cuarenta y ocho horas después de que se desatase el caos por el hundimiento de unos 15 metros de acera y la aparición de múltiples grietas en las fachadas y pórticos de sus casas en la calle Serventía siguen sin respuestas. Ayer, durante la inspección que realizaron varios ingenieros y arquitectos del Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y de Emalsa, pidieron, "sea quien sea el responsable", que les arreglen el desaguisado.

Según comentaron algunos de los afectados, la noche que pasaron entre el jueves y el viernes no fue nada agradable y las que vienen a continuación no prometen mejorar puesto que todavía "no" les han dicho qué sucede en la calle. "Eso sí", confirmaron varios ayer, "nos han dicho que el lunes se reúnen los de Emalsa y del Ayuntamiento para hablar aunque no sabemos de qué cosa en concreto".

El posible desprendimiento del pórtico de entrada a las viviendas 131 y 133 obligó ayer a tirar un muro y apuntalar el techo del porche. Además, los técnicos levantaron la cera que se había hundido en busca de las posibles causas que han hecho que los frontales de varias casas estén resquebrajándose.

"El arquitecto de los bomberos me dijo el jueves que la casa no tenía problemas de habitabilidad, pero por esta acera pasean niños y personas mayores y también me dijo que no me podía asegurar que estos muros no se cayesen sobre la calle", afirmó ayer José Luis, uno de los vecinos afectados que lleva viendo cómo aparecían grietas por su propiedad desde el pasado año.

La situación, sin embargo, se recrudeció en los últimos días. María del Carmen Sánchez y su vecina Sara Leyba tuvieron que arreglar el pequeño muro que separa las entradas de sus viviendas hace nada más que diez días. "A los pocos días volvió a agrietarse y llamamos la mismo albañil para que volviese, fue entonces cuando nos dimos cuenta de que la acera estaba cediendo y que los muros se estaban resquebrajando", afirmó María del Carmen.

La noche del jueves al viernes ha sido de las peores pese a que algunos vecinos intentaban disimularlo. María del Carmen, por ejemplo, mandó a su hija de 23 años a dormir fuera "por si acaso", comentó. "Yo dormí tranquila porque sabía que ella no estaba aquí". En su casa, sin embargo, se dejaron todas las puertas abiertas "por si escuchábamos algún ruido extraño que nos indicase que se caía el muro" y se dejó preparada una maleta con ropa y las llaves "por si había que salir corriendo".

Sara, por su parte, con un marido enfermo y un hijo de 19 años pasó mala noche. "La verdad, no conseguí dormir mucho porque estoy con ansiedad. Sé que nos han dicho que la integridad estructural de las casas está bien pero el temor de que se me caigan los muros de la entrada no me lo puede quitar nadie", aseguró mientras veía cómo los operarios del Ayuntamiento miraban las grietas de su casa, vallaban la entrada y analizaban el alcantarillado de la zona.

De lo que se han dado cuenta los vecinos, y es algo que no dejaban de comentar durante la jornada de ayer mientras los expertos trataban de averiguar qué pasaba entre los números 127 y 133 de la calle Serventía es que "todos se pasan la pelota de unos a otros y nadie asume la responsabilidad de lo que aquí pasa".

En este sentido, solo piden que "sea quien sea el responsable se haga cargo de la situación y lo arregle".

José Luis, mientras miraba la fachada de su casa no podía dejar de mascullar: "Esperemos que no suceda ninguna desgracia que luego tengamos que lamentar. La acera no es mi casa y yo duermo tranquilo y gozoso, pero el día que les pase algo a mis hijos porque esto se caiga me como al que sea".