La abogada grancanaria Ana Hernández falleció el pasado 28 de junio. Fue hallada semidesnuda en una habitación de su casa en Doncaster, Reino Unido, adonde se había ido a vivir en marzo junto a su novio, el inglés Darren Stott, a quien había conocido meses antes durante unas vacaciones de este último en la Isla. En un principio todo apuntaba a que su muerte se debió a que ingirió una mezcla de medicamentos que le provocó la muerte. Sin embargo, cinco meses después la justicia británica ha reabierto el caso para conocer si Hernández, de 32 años y que en el momento de su muerte estaba embarazada de cuatro meses, pereció envenenada, según informaron durante los últimos días los periódicos británicos Daily Mail y The Telegraph.

La historia de Ana Hernández se remonta a abril de 2011. Durante ese mes conoció a su novio en Gran Canaria, donde el británico pasaba unos días de relax. La relación avanzó hasta que a finales de febrero Stott propuso a la abogada que se fuera a vivir con él al pueblo de Barnburgh, cerca de la localidad de Doncaster, en el norte de Inglaterra, adonde un mes después ella trasladó su residencia. Allí comenzó a estudiar inglés en el Doncaster College con la esperanza de comenzar su vida como letrado en Gran Bretaña.

Según informó la prensa británica, pocos días antes de su muerte, el 26 de junio, él había viajado a Maidenhead, una pequeña ciudad situada a unos 40 kilómetros al oeste de Londres y a 250 al sur de Doncaster, para acudir a unos cursos. Hasta el momento de la muerte de la abogada Stott mantuvo el contacto con ella por mensajes de texto y llamadas telefónica. Durante esos días, ella le había dicho que se encontraba bien a pesar de que se quejaba de unos dolores de cabeza.

Encontrada en una cama

Tanto Hernández como Stott habían quedado en verse el 29 de junio, pero un día antes, al no contestar la canaria a los mensajes ni a las llamadas, su pareja preguntó a sus vecinos, la familia Telford, para que acudieran a la vivienda para ver qué ocurría con la letrada canaria. Al acceder al domicilio, Geoffrey Telford halló el cadáver de Ana Hernández semidesnudo en una cama del bungalow con una maleta a su lado.

El motivo de la muerte estaba claro: una sobredosis de tramadol, paracetamol, codeína y cyclizine. Falleció entre dos y cuatro horas después de tomar estos medicamentos que habían sido prescritos a su pareja por diferentes enfermedades.

La policía británica, quien se encargó de investigar el caso, lo cerró poco después al entender que no había indicios de criminalidad, según apuntó The Telegraph. En la declaración de su novio ante los agentes, éste aseguró que la relación entre ambos se había intensificado después de que ambos fueran a vivir juntos y que nunca tuvieron enfrentamientos entre ellos. Asimismo, apuntó que Hernández, tras conocer que se encontraba embarazada, era reacia a tomar medicamentos porque "tenía miedo a lastimar al bebé", publicó The Telegraph.

Por su parte, la vecina Carolyn Telford, de 47 años, declaró que la grancanaria había estado llorando por hechos relacionados con su embarazo y que había comenzado a tener los mencionados dolores de cabeza. Además, agregó que Ana Hernández le comentó que "él -su novio- está tratando de matarme con estos fármacos", siempre según el diario inglés.

Otro de los que fue llamado a declarar fue el hermano de la fallecida, Rafael Hernández, quién indicó que ella "siempre fue positiva". Poco antes de fallecer, Rafael apuntó que Ana se había puesto en contacto con su madre a la que le contó que tenía un gran dolor de cabeza, que era debido a su embarazo y que se le pasaría. También añadió que "ella nunca ha fumado o bebido y tenía miedo a la medicación, algo que no le gustaba", relata en la información el citado diario.

A pesar de que en un principio el caso fue cerrado, durante la pasada semana un juez reanudó la investigación y ordenó más pruebas toxicológicas al cuerpo para esclarecer cómo falleció Ana Hernández.

Lo que quiere conocer la autoridad judicial es si los medicamentos habían sido triturados y posteriormente introducidos en una comida picante que la abogada había ingerido poco antes de producirse la muerte, lo que convertiría su muerte en un caso de envenenamiento.

Según publicó el tabloide Daily Mail, las autoridades no habían podido ponerse en contacto recientemente con su novio Darren Stott, que tras la muerte se mudó a Gran Canaria, quien además no participó el pasado jueves en la investigación judicial.