La iglesia parroquial de Santa Brígida cuenta desde esta semana con cuatro grandes candelabros menos tras el robo, aún no aclarado, que los vecinos atribuyen a una oleada de hurtos ocurrida en los últimos días.

El párroco de Santa Brígida, Juan Jesús García, manifestó ayer a este periódico que "ha podido tratarse de una perrería porque se llevaron los cuatro candelabros más birriosos, los peores, los más sencillos". Son de latón y no tienen apenas valor para revenderlo en el mercado negro.

García señaló que la iglesia está llena de candelabros de bronce o de plata, pero estos no fueron robados. "Se han llevado una minucia, es absurdo. Los objetos de valor siguen en la iglesia".

Los ladrones no forzaron la cerradura ni ocasionaron destrozos, por lo que tanto los investigadores como el párroco consideran que esperaron en el interior del recinto a que el sacristán Guillermo cerrara la puerta principal para posteriormente llevarse los cuatro candelabros tras quitar la barra de hierro que cierra la puerta trasera, algo que solo se puede hacer desde el interior de la iglesia.

El robo se produjo el fin de semana en horas de madrugada, pero curiosamente los ladrones no tocaron el dinero del cepillo ni ningún otro objeto de mayor valor, como la copa del cáliz. Juan Jesús García recordó que hace un tiempo también la ermita de San José de Las Vegas, en Santa Brígida, sufrió un robo de mayores dimensiones que fue denunciado. "Ahí sí hubo destrozos".