Ni muerto puede uno descansar en paz. Eso fue lo que le sucedió al cadáver que trasladaba un coche fúnebre cuyo conductor dejó estacionado en la calle Nava y Grimón de La Laguna en la mañana del martes. Cuando éste regresó de realizar diversos trámites burocráticos en un juzgado de la ciudad, lo único que encontró fue una pegatina de color naranja en el suelo. Lo peor no era que el coche ya no estaba, sino que en su interior trasladaba un cadáver para su posterior incineración, cosa que informó su chófer justo cuando pagaban con tarjeta de crédito la retirada del automóvil, un total de 107 euros.

Los hechos sucedieron a las 10.00 horas de la mañana cuando una dotación de la Policía Local de La Laguna acudió al reservado de los juzgados -debido a las numerosas quejas de los funcionarios- y encontraron un coche fúnebre, modelo Mercedes Classic, de color negro, cerrado, con los cristales traseros tintados y sin coronas. Los policías locales esperaron hasta las 10.55 horas para llamar a la grúa y llevarse el vehículo. Antes estuvieron buscando por la zona al operario de la funeraria, una cadena nacional con sede en la capital tinerfeña. A la vista de que no había nadie con uniformidad oscura que denotase que procedía de una empresa funeraria se llamó a la grúa municipal que se llevó el turismo al depósito. Cuando el empleado llegó y se encontró con que su coche no estaba llamó a la empresa, mientras que el propietario y su hija se dirigían hacia la Jefatura de la Policía Local.

Una vez allí se entabló una discusión donde los dueños de la funeraria no solo mostraron su enfado, sino que argumentaron que la Policía Local no se podía llevar un furgón fúnebre. Fue en ese momento cuando el operario añadió: "Y menos con un cadáver en su interior".

En ese momento, el dueño mandó a callar al empleado, pero el silencio se apoderó de la sala. La agente que se encontraba allí dio conocimiento a sus superiores, mientras que el propietario pagaba con una tarjeta de crédito la denuncia, 107 euros. Todo eso ocurría a las 11.47 horas.

En su descargo, los denunciados argumentaron que el operario había ido para obtener un permiso en el juzgado para incinerar el cadáver y como no había aparcamiento lo dejó donde creía que podían hacerlo los justiciables y no sus señorías. Una vez abonaron las tasas correspondientes fueron a recoger el coche que trasladó el cuerpo a la incineradora. Por fin descansó en paz.