Un gran amigo y colaborador de LA PROVINCIA, el capitán mercante Juan Garrido López se ha ido para siempre en la noche del pasado sábado tras una dilatada enfermedad a la edad de 83 años. Nacido en Las Palmas de Gran Canaria, desde su juventud sintió la llamada del mar y tras hacer sus estudios en el Colegio Claret ingresó en el año 1949 en la Escuela Oficial de Náutica y Máquinas de Santa Cruz de Tenerife, obteniendo el nombramiento de alumno de náutica en mayo de 1953.

Su primer embarque fue en la motonave Costa Americana como agregado para hacer sus primeras prácticas y luego otras unidades, hasta obtener el nombramiento de piloto de vapor de la marina mercante en noviembre de 1955.

Tras su paso como oficial por el buque-tanque Aníbal y la motonave Isla de Columbretes, ingresa en la Compañía Española de Petróleos (Cepsa) en enero de 1958, navegando en varios petroleros de esta naviera como oficial hasta obtener el nombramiento de capitán de la marina mercante en agosto de 1962. Su primer mando fue la barcaza Cepsa Tercero encargada de llevar material pesado desde La Luz hasta El Aaiún realizando 25 varadas en dicha playa.

El resto de su vida profesional lo dedicó al puerto de La Luz a lo largo de 27 años, primero como capitán inspector de la Compañía de Remolcadores Cory, dependiente del Grupo Miller y Cia, y luego desde diciembre de 1983 como práctico de número donde estuvo durante 10 años hasta su jubilación en la Corporación de Prácticos.

Este es el bagaje profesional de un gran marino, un enamorado del Puerto de La Luz al que sirvió con total entrega y con la mejor ilusión, destacando sobre todo en la faceta de salvamento como capitán del remolcador Tamarán, rescatando a un total de 14 barcos embarrancados en el litoral de estas Islas y en la vecina costa de África, cuando todavía no se había creado el Servicio Nacional de Salvamento. También destacó en maniobras dentro de la bahía con todo tipo de barcos al mando de los remolcadores de la Compañía Cory, luego Compañía Canaria de Remolques que administraba Miller y Cia.

Era Juan Garrido todo un prototipo de hombre de mar, entregado en cuerpo y alma a su profesión en quien confiaban los Comandantes de Marina y la Autoridad Portuaria. Pero también destacaba su gran amor al puerto de La Luz plasmando ideas y dando sugerencias sobre nuevos proyectos como recogieron en muchas ocasiones las páginas de LA PROVINCIA, siendo un directo asesor desde el año 1967 de cualquier acontecimiento o detalle relacionado con la vida diaria de nuestro puerto que reflejaba en este rotativo.

Otra faceta del capitán Garrido era su carácter abierto y sincero que hacía amigos, sobre todo en el mundo marino, y su humor socarrón, teniendo siempre a mano cualquier chiste. Una prueba de sus cualidades lo tenemos en el hecho de mantener durante casi 40 años una comida mensual de una popular paella con un grupo de profesionales del mar relacionados con el puerto de La Luz. Este almuerzo tuvo su origen en la ciudad de Vigo cuando asistió a la entrega del remolcador Bandama en los astilleros de Hijos de J. Barrera y coincidió con el inspector de la Naviera Armas, Marcial Alayón, que también recibía otro barco en los mismos astilleros para su compañía. Esta tradicional comida se ha mantenido de forma ininterrumpida, poniendo de manifiesto el gran talante del que ha hecho gala siempre Garrido que aún en momentos delicados de su enfermedad asistió a estas reuniones.

Vaya en esta hora de la despedida nuestro emocionado recuerdo para el gran amigo y colaborador, siempre dispuesto a atendernos con esa proverbial amabilidad que le caracterizaba y a quien acudíamos en numerosas consultas relacionadas con el mundo marítimo, no en vano él era también un coleccionista que evitó que muchos archivos del puerto de La Luz se fueran a la basura. Allí en la azotea de su casa, sentados junto al camarote que conservaba del remolcador Fortunate, pasamos varias veladas escudriñando viejos papeles y rememorando tiempos no tan lejanos de nuestro querido puerto.

Descanse en paz el entrañable amigo y reciba su familia, sobre todo su esposa Carmen e hijas, nuestro más sentido pésame en esta hora de la marcha del ser querido.