Zaragoza activó ayer la alerta naranja, el nivel más alto de movilización, para proteger a la ciudad de la crecida del río Ebro. La punta de caudal en la capital aragonesa se produjo en torno a las tres de la tarde, de unos 2.200 metros cúbicos por segundo.

El Ebro inquietó, hasta el punto de que fueron movilizados 130 efectivos de la Policía Local, toda la plantilla de Bomberos y los de la Unidad Verde del Ayuntamiento de Zaragoza, pero sin producir daños en la ciudad, salvo el rescate anecdótico de una familia que se había acercado a ver el río en el Parque Deportivo Ebro de Zaragoza, y se vio rodeada por el agua. La altura del caudal a su paso por la ciudad llegó ayer a los 5,5 metros.

La avenida dejó incomunicado el barrio rural de Alfocea y a todos sus habitantes. Durante horas no fue posible traslado alguno por carretera y las autoridades descartaron el uso de barcas, por la fuerza de la corriente del río.

El rastro dominical zaragozano, que tradicionalmente se celebra en uno de los aparcamientos de la Expo, se celebró con un ojo puesto en el río. Se había previsto un plan de evacuación o el adelanto de la hora de cierre del mercado. No fue necesario. Hubo también cortes de carretera en algunos barrios rurales cercanos a la ciudad.

El paso del Ebro afecta a todos los núcleos ribereños, aunque para muchos ya ha pasado lo peor. La situación mejoró ayer en Boquiñeni, donde casi mil vecinos habían sido evacuados y durmieron en el polideportivo de la comarca, y en Novillas y Pradilla, pueblos cercanos. En Boquiñeni el puente provisional instalado por la Unidad Militar de Emergencias (UME) quedó listo para su uso pero las autoridades pidieron a los vecinos que esperen unas horas prudenciales antes de retornar a sus casas. Ese puente es la alternativa a una carretera que fue rota por los servicios de emergencia para evitar que el caudal llegara al pueblo.

El caudal empezó a descender en la Ribera Alta del Ebro tras anegar unas 20.000 hectáreas. Siguiendo el curso del río, la tranquilidad de unos coincide con la inquietud de otros. En Cabañas de Ebro, localidad a unos treinta kilómetros al noroeste de Zaragoza, la jornada se vivió con angustia vecinal. Por la noche se produjeron filtraciones, pero ayer las autoridades aseguraron que la situación en el pueblo estaba "bajo control". La alerta afectaba a Torres de Berrellén y a Sobradiel. Se trabajó todo el día en los lindes de tierra de las orillas del río.