Amigos, ayer lunes, día 16 de marzo, le dijimos adiós al sacerdote Carlos Rodríguez Navarro, que nació en Zumacal,Valleseco en el año 1932, y que fue ordenado por el obispo Pildain un 19 de septiembre de 1959.

Sí, el amigo que había pasado por varias parroquias vivió sus últimos años de vida en la Residencia Nuestra Señora. del Pino de Tafira Baja, en la capital grancanaria. Confieso que tuve la suerte de decirle adiós a Carlos cuando en días pasados estuvo en Urgencias del Hospital Doctor Negrín.

Hasta vi que el hombre abrió algo los ojos cuando le bendecía como capellán. Hasta me pareció que me quiso como decir: "Paco, me voy? pero no olvides que yo te espero en la otra orilla".

Sí, sobre las dos de la mañana de este domingo día 15 se marchó el amigo sin hacer mucho ruido. Hablando con algunos amigos me decían que Carlos siempre fue un hombre enamorado de la Iglesia a la que amaba con el genio que Dios le había dado.

Sí, Carlos Rodríguez fue el sacerdote que lucía en su pastoral una línea tradicional viéndole muchos años animando a la gente a hacer viajes por muchos lugares en especial a Tierra Santa donde siempre él tenía arte para ofrecerle a la gente un tinte de espiritualidad.

Me dicen sus amigos que Carlos Rodríguez, aunque podía aparecer algo seco a primera vista, era un hombre superpreocupado de las personas que iban con él de peregrinación a Tierra Santa, a la basílica de Lourdes y a otros lugares?

Hablando recientemente con Celia Navarro de la parroquia del Monte, Tafira, me decía que ella había tenido la suerte de hacer con él unos cinco viajes a distintos lugares y que todos fueron de maravilla porque Carlos sabía estar siempre en su lugar como buen pastor. Oigo a los amigos decir también que Rodríguez Navarro también sabía dejar siempre buenos recuerdos por donde pasaba como sacerdote teniendo el arte de ayudar a los pobres sin hacer ruido y sin tocar trompetas.

Alguien me comentaba también que nuestro amigo Carlos podía parecer a algunos que tenía una imagen de ser un hombre férreo, a primera vista. Sin embargo, cuando estábamos cerca veíamos que él era un gran amante de la Iglesia sin dejar de tener siempre su buen genio.

Una parroquiana que hizo cinco viajes con él me decía estos días que siempre disfrutaba con su presencita porque era un hombre bien preocupado por las demás personas que íbamos en el grupo.

Amigo Carlos Rodríguez, todos tus compañeros sacerdotes te deseamos una feliz llegada a casa del Padre y te pedimos que no te olvides de echarnos una mano ahora que estás cerca de la misma fuente, ahora que no tienes dudas de ese Dios que nos sigue queriendo todos los días.

Finalmente, Carlos Rodríguez Navarro, ruega al Padre por todos nosotros y te pedimos, de la misma manera, que nos tengas presentes en la Patria a donde también esperamos llegar un día a gozar de Dios para siempre. Amigo Carlos, sacerdote y hombre bueno, te deseamos todos que goces para siempre del Dios que te llamó un día a ser sacerdote en la tierra.