Dentro del cúmulo de incógnitas que aún rodean al accidente aéreo de los Alpes, los expertos manejan dos hipótesis principales para tratar de explicar qué pudo desencadenar una tragedia que se ha cobrado 150 vidas. Por un lado, apuntan a una despresurización de la cabina que provocó la pérdida del conocimiento de la tripulación, lo que explicaría que no emitieran una comunicación de socorro ni atendieran a las tres llamadas que les realizó la torre de control de Provenza. Por otro, los especialistas también sospechan que pudo producirse un fallo por congelación de los sensores de altitud de la aeronave. Los investigadores descartan que el avión explotase en pleno vuelo y dan escasa verosimilitud a la posibilidad de que se trate de un ataque terrorista.

Los aviones como el Airbus de Germanwings que cubría el martes la ruta entre Barcelona y Düsseldorf disponen de un sistema de presurización que el bombeo activo de aire comprimido para garantizar la seguridad y confort de los viajeros, ya que la presión atmosférica natural por encima de los 3.000 metros de altitud es demasiado baja para suministrar suficiente oxígeno. Si se produce un fallo de despresurización, los pilotos tienen que descender con rapidez a una altitud de 3.000 metros para respirar y si no lo logran es posible que pierdan la consciencia por hipoxia, consistente en una deficiente presencia de oxígeno en la sangre. En caso de una despresurización "explosiva" o muy rápida, el desmayo se puede producir de forma casi inmediata. Eso es lo que les pudo suceder a los del Airbus y lo que explicaría que no hubieran comunicado emergencia alguna, pese a que el avión perdió 9.000 metros de altura en ocho minutos, ni respondieran a las tres llamadas que les hizo la torre de control, de Provenza para alertarles de esa pérdida de altitud, que también debería de haber hecho saltar la alarma denominada pull up (elevarse) en la cabina.

Lo que ningún experto se atreve a aventurar son las causas de la hipotética despresurización, origen principal del accidente que sufrió un Boeing 747 en Atenas en 2005 en el que murieron 121 personas. El avión iba de Chipre a Praga y se estrelló contra una montaña a 40 kilómetros de la capital griega.

La otra alternativa que manejan los expertos en aviación, a la espera de lo que determine el estudio de las "cajas negras" del Airbus, es que se produjera un fallo en el sensor de altitud del avión, que se congeló y emitió datos erróneos sobre su situación. Un reciente suceso similar en un avión Bilbao-Múnich de Lufthansa, la compañía matriz de Germanwings, abona esta teoría. La aeronave, también un Airbus, aunque con 50 plazas que el siniestrado en los Alpes, despegó con normalidad de la capital vizcaína, pero cuando estaba a 31.000 pies de altura inició un rápido descenso a 27.000 pies en apenas un minuto, debido a que los sensores se habían congelado y mostraba datos erróneos a los pilotos, que en este caso consiguieron desconectar el modo automático de navegación para remontar el vuelo y consiguieron aterrizar sin problemas. Sin embargo, los expertos sostienen que el riesgo de que se hubiese producido una pérdida de control de la nave fue muy alto y que este tipo de problemas tienen una resolución muy compleja por parte de la tripulación. No se descarta que algo así le pasara al Airbus de Germanwings.

El del martes en los Alpes es el cuarto accidente aéreo de los últimos 12 meses que se produce en pleno vuelo, que, en teoría, es el momento de menos riesgo de una travesía en avión. La concatenación de este tipo de percances, en los que han fallecido más de 700 personas, no ha pasado desapercibido al sindicato de pilotos (Sipla). Su secretario, Álvaro Gammichia, experto en seguridad que investigó, entre otros siniestros, el del avión de Spanair en Barajas en 2008 (154 muertos, la mayoría de ellos canarios), alertaba ayer de que en los últimos años se ha registrado un enorme desarrollo tecnológico para los despegues y los aterrizajes, que son las fases consideradas como críticas, mientras que quizás se haya descuidado la atención a la fase de crucero. Tras reconocer que las asociaciones de pilotos están muy preocupadas por la repetición de accidentes en pleno vuelo, Gammichia advirtió de que las tripulaciones cada vez confían más en los automatismos del avión y también se les pide que hagan un uso intensivo de los mismos.