Con el rostro cansado, las imágenes de la tragedia aún en la mente y el brillo en los ojos por la emoción de volver a casa. Así aterrizó ayer en la Isla el matrimonio de bomberos tinerfeños que vivió en primera persona el brutal terremoto que azotó a Nepal hace ya doce días. Víctor Hernández Navarro y Reyes de Miguel Renedo atravesaron la puerta del aeropuerto de Tenerife Norte con una sonrisa en la cara para abrazar y besar a los familiares que les aguardaban nerviosos tras la cristalera del aeródromo. Una alegría que minutos después se fue esfumando al recordar la catástrofe: "Esto nos ha afectado más que lo que vivimos en el seísmo de Haití (donde la pareja viajó como voluntaria). Vimos pueblos totalmente arrasados sin una casa en pie y familias destrozadas que lo han perdido todo", relató el matrimonio minutos después de llegar a su tierra.

Hernández, bombero del parque de La Orotava, y De Miguel, bombero del propio aeropuerto de Los Rodeos, volvieron ayer a su hogar después de protagonizar una auténtica odisea para poder salir del país asiático. Tras casi diez días de dura travesía por las montañas del caos de Nepal, la pareja destacó que lo peor ha sido encontrar tantos heridos. "Lo más difícil fue cuando vimos la cantidad de accidentados y muertos que habían sufrido la avalancha y los derrumbamientos en el campo base del Everest", detalló aún consternada De Miguel.

No obstante, al matrimonio, con experiencia en catástrofes similares como la que vivieron en Haití a la que acudieron como miembros de Bomberos Sin Frontera (BSF), les fue imposible quedarse de brazos cruzados. Así lo relató De Miguel a los numerosos medios de comunicación que se dieron cita en el aeropuerto tinerfeño para recibirlos. "Cuando eres consciente de lo ocurrido, constatas la realidad y te das cuenta de que hay un montón de personas heridas. Justo en ese momento piensas que tienes que hacer lo que puedas por ayudar y que hay que salir de ahí", añadió la montañera.

Fue así como la pareja tinerfeña se puso a disposición de los equipos de salvamento para colaborar en las tareas de rescate de las víctimas del terremoto. Hernández explicó que desde la aldea en la que se encontraban aislados oían helicópteros "por lo que suponíamos que pasaba algo". "Decidimos bajar hasta allí (a la aldea Periche) y fue cuando vimos todo el caos. Íbamos haciendo el triage a los heridos y según su gravedad los subíamos al helicóptero", contó el santacrucero.

El matrimonio tinerfeño narró que vivió el seísmo, de 7,8 grados en la escala de Richter, "como si hubiera explotado un camión cisterna". "Se movió todo y la gente entró en pánico. Pensaban que había sido una avalancha pero nosotros, que hemos sentido varias avalanchas en el Himalaya, sabíamos que eso tenía que ser un terremoto. No quisimos decir nada para no preocupar", apuntó De Miguel. No obstante, con la segunda réplica no hubo dudas. "Entonces todos se dieron cuenta de lo que se trataba", añadió la bombero isleña.

En ese momento, Víctor y Reyes se encontraban en la aldea Dingboche, a más de 130 kilómetros de la capital, Katmandú, y a unos 5.000 metros de altitud. Por ello, la pareja regresa con la sensación de "ser unos afortunados". "El seísmo nos cogió en una zona que no se vio muy afectada y que, además, contaba con un punto con internet que nos permitió contactar rápido con nuestros familiares y amigos a través del whatsapp y tranquilizarlos", detalló De Miguel.

En este sentido, el matrimonio de bomberos, con el que viajaban también dos hermanos de De Miguel, residentes en la Península, explicó que tras el terremoto decidieron esperar. "Sabemos que lo normal cuando ocurre un seísmo es que después hayan replicas, así que pensamos que lo mejor era esperar a que se estabilizara la situación", relató Hernández. El tinerfeño añadió que pudieron comunicarse para ver en qué estado se encontraban los caminos de bajadas y "estaban prácticamente imposibles, mientras que la aldea era un lugar seguro donde teníamos agua y comida".

Fue 48 horas después, cuando el grupo de montañeros apostó por arriesgarse y salir por su propia cuenta de Dingboche. "La bajada fue muy dura no tanto por caminar porque habíamos ido a eso, pero sí porque no sabíamos el estado de los senderos. Habían muchos puentes y caminos colapsados y cortados por los derrumbes", detalló De Miguel. "Nos costó por la espera, la incertidumbre y también el miedo. Todo eso hizo que nuestro estado físico fuera bajando", añadió la bombera.

La pareja, que partió de Dingboche el lunes y no llegó hasta su siguiente destino, Namche Marg, el miércoles, estuvo dos días incomunicada y sin poder contactar con sus allegados en la Isla. "A pesar de que sabían que estamos preparados, la familia se preocupó por si nos cogía alguna avalancha o derrumbe en el camino", explicó De Miguel.

Los bomberos tinerfeños continuaron caminando dos días más hasta llegar a la ciudad de Lukla, donde la embajada española los evacuó hasta Katmandú. En todo ese tiempo, Hernández, De Miguel y los dos hermanos de esta, estuvieron acompañados de dos sherpas y un guía "que no nos dejaron solos ni un momento". "Ellos entendieron que, por nuestro trabajado, nosotros podíamos saber más de la situación pero no se separaron ni un momento de nosotros. Formamos un bloque y, entre todos, nos ayudamos", destacó Hernández.

El tinerfeño no solo agradeció a su equipo el apoyo recibido, también a los medios de comunicación y a todos los isleños que se han preocupado por ellos. "Agradecemos a todos el seguimiento y nos sorprende que haya tanta gente implicada con nosotros. Solo somos personillas de a pie, a los que les gusta la montaña", apuntó el santacrucero.

Los bomberos tinerfeños contaron que se habían encontrado con varios españoles en su odisea en Nepal. "Coincidimos con varias parejas españolas que estaban muy mal informadas después del terremoto. Una, incluso, se encontró un cartel de sus caras a la llegada a una aldea y se preocupó bastante por que intuyó que llevaban mucho tiempo buscándolos", narró De Miguel. La montañera también destacó que fueron ellos los que les dijeron que se pusieran en contacto con la embajada española en Nueva Delhi para tramitar su rescate.

El matrimonio, que estaba en el corazón del Himalaya por motivos personales y para hacer trekking en las montañas, confesó ayer que, aún después de todo lo ocurrido, mantienen las ganas de volver a Nepal más adelante. "Si no volvemos a ayudar, regresaremos seguro porque es un lugar que nos gusta inmensamente y del que nos apasionan sus montaña", reconoció De Miguel. La bombero también apuntó que participar en actividades solidarias es "lo que les gusta". "Iremos a cualquier sitio en el que nos necesiten", concluyó la isleña para después seguir abrazando a sus familiares y amigos.