El histórico guerrillero antifranquista Felipe Matarranz González, apodado el Lobo, falleció ayer sábado a los 99 años en la residencia de ancianos donde residía en Colombres, en Asturias.

Hijo de Felipe y de Ángeles, nació el 2 de septiembre de 1915 en La Franca (en el municipio de Ribadedeva), pero se crió en Torrelavega (Cantabria). Su padre fue minero en Somorrostro (Vizcaya), de donde tuvo que marcharse por las huelgas de 1917, trasladándose a Mieres (Asturias), donde trabajó en las minas de carbón. También se vio obligado a dejar tierras mierenses y refugiarse en una finca de Torrelavega, dedicándose a partir de entonces a la agricultura.

A los 14 años, Felipe Matarranz ingresó en un colectivo de izquierdas conocido como Pioneros y más tarde pasó a la Juventud Comunista y el Socorro Rojo Internacional. En estas fechas comenzó a difundir periódicos y folletos que propagaban su ideología. Participó en varias huelgas del ramo de la madera, perteneciendo a su comité de huelga. Profesionalmente, era su trabajo el de ebanista-tallista. Durante el Bienio Negro (octubre de 1934 a febrero de 1936) fue ya perseguido, siendo detenido en varias ocasiones por sus actuaciones antifascistas.

Matarranz fue un histórico militante del PCE y responsable de la IV Brigada Guerrillera AsturMontañesa. Durante la Guerra Civil fue jefe de grupo en las milicias populares y participó en diferentes batallas, entre las que se cuenta el intento de detener el avance fascista en Gijón y Oviedo. No obstante, su lucha contra el fascismo no se detuvo tras la Guerra Civil, ya que siguió en las filas de la resistencia como enlace de los maquis. Tras ser descubierto, volvió a ser encarcelado. Fue condenado a muerte en dos ocasiones y permaneció doce años encarcelado. En 1952 salió en libertad condicional, tomó contacto con el PCE y continuó trabajando en la clandestinidad hasta la legalización del partido en 1977.