La titular del Juzgado de Instrucción no 4 de Santa Cruz de Tenerife decretó ayer la puesta en libertad con cargos de la nuera de Ana Delia A. M., la mujer de 76 años que murió por inanición, tras ser dejada a su suerte por su propio hijo, José Ramón A. L., de 39 años, actualmente en prisión provisional, comunicada, sin fianza, bajo el cargo de un presunto delito de homicidio por estos hechos. Los hechos ocurrieron en el bloque 16 del barrio de Los Gladiolos, en la capital tinerfeña, y la mujer pesaba en el momento de su falle- cimiento 25 kilos. Cuando los agentes entraron en el domicilio hallaron a la mujer desnutrida, rodeada de ulceraciones y con restos de heces hasta en las paredes del inmueble. A tenor del primer informe pericial, el hijo supuestamente se aprovechó de la pensión de la finada, a la cual dejó morir lentamente, y de la que vivían el imputado, su mujer y un hijo de la pareja. De hecho durante su declaración se deshizo en elogios hacia la finada. Tanto el hijo de la víctima como la nuera no dejaban que los vecinos, que preguntaban cómo estaba la mujer, a la cual no veían hacía tiempo, se acercaran hasta el domicilio para interesarse por su estado de salud.

La Policía Judicial continúa con las diligencias ampliatorias hacia el resto de la familia, un hijo varón y una hija, para averiguar por qué no se interesaron por ella, con lo cual podrían surgir nuevas imputaciones. Aunque otras fuentes señalaron que la hija sí acudió en alguna ocasión al domicilio de su hermano.

El caso se encuentra bajo secreto, ya que ha sido la propia Policía Judicial (Grupo de Homicidios) la que ha solicitado a la juez tal medida. Además, los vecinos se preguntan dónde estaban los servicios sociales municipales que debían de conocer estos hechos, ya que tanto el hijo de la fallecida como su nuera acudieron alguna vez a la asociación de vecinos Los Candiles a solicitar ayuda alimenticia. Lo que pasaba en esta vivienda nadie lo sabía, el detenido y su pareja se mantuvieron durante años herméticos con la situación de la anciana, a pesar de que los vecinos les preguntaban pero no la dejaban ver a nadie.