Rosario Porto sufrió varios episodios de depresión en el pasado con antecedentes de "autoeliminación", si bien la psiquiatra que participó en el internamiento de la madre de Asunta en 2009 en una clínica de Santiago, que ingresó en esa ocasión con un cuadro de "angustia" y también "deseos de morir", apuntó que el riesgo "era solo para sí misma".

Es decir, que no mostraba intención de perjudicar a terceras personas. En este apartado fue clara la especialista en drogodependencias y psiquiatría infantil, Gabriela M. K., que testificó ayer en la novena jornada del juicio por la muerte de Asunta Basterra hace casi dos años. Ante la pregunta realizada por el abogado de Porto, Araguren, sobre si la niña "era un estorbo" (un verbo que salió en varias ocasiones durante el juicio y también previamente, procedente de la etapa de la instrucción del caso), la psiquiatra se acogió a su código deontológico para evitar responder. "No puedo contestar eso", apuntó en la sala.

"Lo que habló Rosario Porto conmigo, queda conmigo", añadió Gabriela sobre este aspecto, siendo el único punto que se negó a contestar en su declaración de ayer. Ante la reacción de la defensa de Rosario, la psiquiatra dijo: "a no ser que la paciente conceda su permiso por escrito", a lo que Aranguren se refirió a que la persona a la que ambos se referían estaba presente en la sala para dar su visto bueno. De todos modos, este punto quedó ahí.