El pasado día 22 de octubre, en aguas del Atlántico, fallecieron el capitán piloto José Morales, el teniente Saúl López y el sargento mecánico Jhonander Ojeda, cuando regresaban de unos ejercicios en Senegal de enseñanza en misiones de salvamento.

Esta sociedad tan materialista se olvida y hasta ignora a unos hombres y mujeres, en este caso del 802 Escuadrón del Servicio de Búsqueda y Salvamento (SAR), cuya misión es salvar vidas. Para mí, tienen un reconocimiento de gratitud, y mucho más me emociona al comprobar que olvidan los derechos, para en primer lugar poner los deberes.

Los hechos avalan a este 802 Escuadrón cuya misión es salvar vidas, cuyo primer servicio fue el 12 de diciembre de 1956, en la isla de El Hierro. Precisaban la evacuación urgente de un enfermo grave con una úlcera sangrante en el estómago. Un helicóptero del SAR voló hacia dicha Isla en condiciones adversas, pero llegaron y lo evacuaron a Tenerife. Los médicos afirmaron que salvaron la vida gracias a estos ángeles.

Por citar algunos servicios humanitarios en la década de los 80, dos jóvenes se introdujeron en aguas de la piscina natural El Pris, en Tacoronte (Tenerife), con un fuerte oleaje. Las olas los arrastraron y pedían socorro, pero las condiciones del agua impedían lanzarles salvavidas y desaparecieron. Los gritos de angustia de los vecinos eran dramáticos. Un vecino, el coronel de Infantería Leonardo Roepro Pla, se acordó de estos ángeles y llamó por teléfono al SAR. Minutos después, un helicóptero del SAR los rescataba sanos y salvos y los trasladó al aeropuerto de Los Rodeos. El padre de uno de ellos me expresó que toda la vida guardaba un recuerdo de gratitud.

El 802 se ha ganado, en estos sesenta años, no sólo el aprecio, sino también la gratitud de los canarios. Los aviones y helicóptero del SAR han realizado más de 6.000 operaciones, de las cuales muchas personas viven gracias a estos hombres y mujeres que rubrican con letras de oro la leyenda que capea en todos los cuarteles, "Todo por la Patria".

Expreso con inmenso dolor la pérdida de José Morales, Saúl López y Jhonander, y les rindo un tributo de cariño y admiración porque mis ojos han sido testigos de ese heroico comportamiento sin alarde de publicidad, que como escribió un intelectual: "Cumplir el deber ni tiene más mérito que lavarse la cara, lo importante es amarlo".

Mi hondo pesar a sus familiares y compañeros. Ellos, con su ejemplo, nos han dejado esta hermosa cita: "Los individuos mueren pero todas las cosas buenas que han llevado a cabo no se pierden con ellos. La humanidad las recoge y los hombres que pasan sobre su sepultura las aprovechan" (G. Mazzini, político y escritor italiano).