El paso intermitente de personas que durante los tres días pasados se han agachado, encendiendo velas y rezado por el alma de Fernando C. A., delante del locutorio en el que trabajaba, en Las Palmas de Gran Canaria, deja claro que su pérdida ha sido motivo de pesar, conmoción, dolor y sorpresa para su familia, amigos y vecinos.

"Era muy buena gente, alegre, feliz", afirman dos vecinos canarios, de unos 30 años de edad. Otro residente de Arenales, de unos 50 años, que también quiere conservar el anonimato, asegura: "Lo queríamos todos mucho. Tenía una familia muy unida. Te daba conversación. Además, con esa tienda conseguía revitalizar la actividad económica de este tramo de la calle [Carvajal]. Además, esta tienda es lugar de reunión y de encuentro para muchos colombianos y vecinos naturales de muchos sitios. El Paisita no era violento. Quizás hubo un malentendido", agregó en relación a la causa que originó su muerte violenta.

La víctima era conocida por muchos como el Paisita, al ser originario de la región colombiana de Paisa. Además, así se llama el locutorio y tienda en la que él trabajaba, y que se encuentra en la calle Carvajal, entre las vías Matías Padrón y Molino de Viento, en el barrio de Arenales. No sólo se podían hacer llamadas telefónicas, sino que se podía comprar de todo, incluso productos y comida típica de Colombia que él cocinaba o que recibía del país sudamericano.

Fernando C. A., de 47 años, casado y padre de un hijo y una hija, y cuyos restos fúnebres fueron incinerados ayer tarde, falleció la mañana del pasado sábado en el parque Doramas, en la zona alta, la conocida como jardines de Altavista, en la capital grancanaria. El militar Ruimán S. C., de 33 años, confesó ante el juez que fue el autor del crimen, aunque alegó que fue en defensa propia porque el otro supuestamente le golpeó primero, además de decir que antes había consumido alcohol y cocaína. Mató a Fernando al golpearlo en la cabeza con una piedra repetidas veces. El magistrado ordenó el pasado lunes su ingreso en prisión, comunicada y sin fianza.

"Es muy fácil acusar al muerto, decir que fue en defensa propia. Ahí pasó algo raro. No sólo lo mata , sino también le roba su coche y tiene un accidente de tráfico con él, aunque diga que iba al hospital porque se sentía mal", manifiesta una de las mujeres naturales de Venezuela que trabajan en otra tienda de venta de alimentación y de otros productos que está en la misma calle que el locutorio.

Otra de estas venezolanas asegura: "El fallecimiento de nuestro colega me afectó mucho. Era muy agradable y muy trabajador. Empezaba sobre las 8.30 horas y se iba sobre las diez de la noche. Nunca habíamos tenido problemas con él. No se merecía morir así [con golpes con una piedra]".

Aurora, una mujer colombiana, declara que el Paisita "era una persona muy seria, servicial, trabajadora y en absoluto relacionada con la droga. No era violento". "No entiendo que fuese tan lejos con motivo de una oferta sexual, como dice quien lo mató. A mí me encanta venir a esta tienda, no sólo porque encuentro comida de nuestro país, sino también por lo bien que atienden a los demás", concluye.

Francisco Manuel Santana, que vive en la próxima calle de Aguadulce, coloca y pega mejor con cinta adhesiva la foto de Fernando. "Estaba en el suelo y mejor que esté pegada y en lo alto. Era muy noble, tranquilo. Dudo mucho que él agrediese al asesino. Dirá cualquier cosa para defenderse", dice.