Cuando finalicé mis estudios de agronomía, allá por los años 80, y empecé a interesarme por la jardinería le pregunté a Eufemiano Rodríguez quién era, para él, el mejor jardinero de Gran Canaria. Eufe, sin pensarlo, contestó de manera inmediata: "O' rey", ese "O' rey" era Manolo Vidal.

En aquellos tiempos trabajaba en la junta de obras del Puerto de La Luz y de Las Palmas como jefe de parques y jardines.

Yo le llamé por teléfono y le comenté que tenía mucho interés en conocerlo para hablar de jardinería, me atendió algo sorprendido pero muy amablemente, quedamos en tomarnos un café y aquel café se convirtieron en tres y en una amistad que ha durado hasta ahora.

Manolo era intemporal, sus diseños de jardinería son frescos y originales, poseía un exquisito gusto y una concepción del espacio así como un conocimiento de las plantas y del color como ningún otro diseñador de jardines ha tenido Gran Canaria en los últimos tiempos, su proyecto de la jardinería inicial de Puerto Rico así lo demuestra y aún son recordadas con gran nostalgia las famosas y añoradas rosaledas del Puerto.

Tuvo la inmensa fortuna de trabajar con Nicolau María Rubio i Tuduri en el proyecto de la jardinería del Parque Doramas y en los Jardines del Castillo de la Luz entre otros; y el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria tuvo el gran acierto de llamarlo para la rehabilitación del parque que está en la parte delantera del hotel Santa Catalina en la década de los años 90.

Era extremadamente exigente con la selección y ubicación de las especies, le recuerdo perfectamente con una caña señalando el lugar exacto para ubicar una determinada planta, sus diseños tenían alma, vivía cada una de sus obras y para estar al día visitaba semanalmente los viveros de la isla, en una excursión donde nunca faltaban los caramelos, siempre los llevaba en sus bolsillos para regalar.

Obras suyas las hay prácticamente en todas las Islas Canarias, Ceuta y Melilla y enumerarlas sería muy difícil, pues fue un creador muy prolífico. Manolo vivió y sufrió con cada una de ellas, lamentablemente la jardinería es un arte efímero, se necesitan muchos años para hacer y desarrollar un jardín, y muy poco tiempo para destrozarlo.

Para referirse a mí cuando hablaba con terceras personas, me llamaba "mi alumno", para mí él era "el Maestro". Manolo comentaba que tuvo la suerte de trabajar con Rubio, yo tuve la suerte de trabajar con Vidal.

Descanse en paz Vidal el jardinero.