Luchando contra el tiempo. Una semana es lo que tardaron los investigadores en detener al principal implicado. Un servicio conjunto de la Brigada de Homicidios del Cuerpo Nacional de Policía y de la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Guardia Civil permitió la detención del principal sospechoso de la muerte de Raimundo Toledo, el empresario que fue raptado en los exteriores de su domicilio en la capital tinerfeña, asesinado horas después y su cuerpo introducido en su vehículo, un Honda CRV de color rojo, el cual fue arrojado en llamas desde lo alto del Mirador de La Centinela, en San Miguel de Abona el martes día 15. Desde que se produjo el rapto hasta que su cadáver fue localizado apenas transcurrieron tres horas.

El presunto autor fue identificado como Diego Claudio G. G., nacido el 29 de junio de 1979, en Sídney (Australia). Este varón se movía a bordo de una motocicleta marca Honda de color blanca, y su captura según confirmaron fuentes de la Guardia Civil se produjo en horas de la madrugada de ayer en el interior de un inmueble de Arona, donde había buscado refugio. Los agentes aprovecharon esa circunstancia horaria para evitar su fuga, dado que estaba en permanente alerta para evitar su apresamiento, así como para que no opusiese resistencia a su arresto.

Como se recordará, en la resolución de este caso que ha conmocionado a la opinión pública tinerfeña fue fundamental la detención de la mujer, propietaria de un turismo implicado en este crimen, y que el pasado lunes ingresó en prisión.

Los funcionarios de ambos cuerpos en una magnífica coordinación visionaron una cinta de un domicilio próximo donde ocurrió el rapto del empresario, en la confluencia de las calles Horacio Nelson con Enrique Wolfson, lo que permitió avanzar con las pesquisas.

Ahora se espera que de la declaración de Diego Claudio G. G., los agentes puedan averiguar cuál fue el móvil que llevó a acabar con su vida, y la forma en la que murió. Se supone que el homicidio obedece fundamentalmente a intereses económicos, aunque los investigadores no descartan que se trate de una muerte por encargo, ya que la mujer detenida tiene una relación lejana con Raimundo Toledo.

El acusado, una vez fue reducido y se le leyeron sus derechos fue trasladado de manera inmediata a la casa cuartel del instituto armado del puesto de Granadilla de Abona, donde era interrogado antes de que pasar a disposición del Juzgado de Instrucción de ese partido judicial que lleva las diligencias, que además fueron declaradas secretas para preservar las pesquisas.

Las fuentes consultadas no descartaban que los investigadores agoten el plazo máximo que les permite la Ley (72 horas), para avanzar en las diligencias, sin descartar tampoco que se produzcan más detenciones de presuntos cómplices y encubridores.

La hipótesis más creíble es que los implicados, ahora detenidos, no tenían intención de acabar con la vida de Raimundo Toledo, pero al final se les fue la mano.