Hay personas que pasan por la vida y dejan una huella imborrable. Juan Rosa es una de ellas. Empezó desde la más profunda humildad y ha sido esta humildad la que hemos recibido a largo de estos años. Hombre de palabra, de valores que ponían el honor, la coherencia y el respeto como principios fundamentales.

Y cómo no, su esposa Lola, quien siempre ha estado a su lado, en los buenos y en los malos momentos. Nos dejó un hombre luchador, generador de riqueza que compartió, ayudando desde la sombra, porque sabía cómo la vida puede golpearnos sin previo aviso. Gracias en nombre de todos los que hemos disfrutado de tu inteligencia, honradez, generosidad e integridad. Tu recuerdo formará parte de nuestra historia personal. Vaya en paz, Juan Rosa.