Tres mujeres vestidas de negro. Dos con el pelo recogido y una con visibles marcas en su rostro, de un paso del tiempo más rápido de lo normal. Es la fotografía de ayer de la Audiencia Provincial de León, donde una palabra sonó por encima de otras: obsesión. La que llevó a una madre a asesinar para proteger a su hija. Montserrat González odiaba a la que fue su víctima y presidenta de la Diputación leonesa, Isabel Carrasco. No dudó en reiterarlo ayer en el juicio por este crimen, en el que están acusadas también su hija, Triana Martínez, y la policía local Raquel Gago. En una muy fría pero soleada jornada en León, las tres acudieron a la sala vestidas de negro, como si se hubieran puesto de acuerdo. Nada de maquillaje en sus caras, visibles ojeras en Triana y un envejecimiento prematuro en Raquel, casi irreconocible. Las tres tuvieron que escuchar por boca del fiscal que eran responsables a partes iguales del crimen y que actuaron con una "frialdad y precisión impresionantes". Madre e hija no pudieron reprimir alguna lágrima cuando se han leído las conclusiones de su defensa.