Josefa de Sotomayor y Van de Walle falleció recientemente en Las Palmas de Gran Canaria después de una larga vida dedicada a hacer felices a los que la rodeaban. Sus históricos linajes remiten a la isla de San Miguel de La Palma, donde nacieron sus padres, Tomás de Sotomayor y Pinto, que fuera presidente de su cabildo y gentilhombre de cámara del Rey Alfonso XIII, y Rosa Van de Walle y Fierro, hija de los sextos marqueses de Guisla Guiselín, pertenecientes ambos a familias destacadas del patriciado palmero en la que tuvieron un papel muy relevante desde el siglo XVI. Viuda desde hace muchos años de José del Castillo y del Castillo-Olivares, bisnieto del cuarto conde de la Vega Grande de Guadalupe. Gran parte de su vida transcurrió en su hermosa villa de El Gargujo en la Vega de Santa Brígida, rodeada de cuidados jardines y huertas, allí creó un entorno agradable y cordial entre libros, obras de arte, retratos y recuerdos familiares y pudo desarrollar su gusto por la vida en contacto con la naturaleza. Muy apegada a las tradiciones, dibujó y coloreó hermosos escudos de armas en los que combinaba los emblemas heráldicos familiares en unas composiciones de gran belleza.

En sus últimos años su salud se resintió y decidió trasladar su residencia a nuestra ciudad, en la cercanía del santuario de San Antonio de Padua de la comunidad franciscana, vecindad adecuada para alguien de una religiosidad tan sincera e interiorizada. Allí sus hijas procuraron que se encontrara en un ambiente acogedor y prepararon una habitación desde cuya ventana podía ver las plantas y flores del patio para que no añorara el verdor de su entrañable hacienda del Gargujo.

Descanse en paz.