"Aún no puedo creérmelo. Tengo el corazón en un puño". Éstas fueron las dos primeras frases que en la mañana de ayer pronunció al teléfono Nacho de Lojendio Pérez-Braun, amigo íntimo de Alejandro Álava Cruz, natural de La Laguna (Tenerife), uno de los dos canarios fallecidos en el accidente aéreo ocurrido en las primeras horas de la madrugada del sábado al estrellarse la aeronave en la que viajaban en una complicada maniobra de aproximación al aeropuerto ruso de Rostov del Don. Álava Cruz era el copiloto del Boeing 737, propiedad de la aerolínea Flydubai, para la que trabajaba desde julio de 2014. El otro canario fallecido era natural de Gran Canaria y también formaba parte de la tripulación, en el puesto de sobrecargo. Los dos isleños eran los únicos españoles que viajaban a bordo del avión siniestrado en el que, según el recuento oficial, perecieron 62 personas.

"Ahora mismo estoy sentado en un avión a punto de despegar de Los Rodeos, con mis dos hijos, para pasar unos días en PortAventura, aprovechando las vacaciones de Semana Santa", relata Nacho Lojendio visiblemente consternado.

"Conocía a Alejandro de Tenerife, pero también coincidimos años más tarde en Salamanca. Yo trabajaba en Madrid y compaginaba unos estudios de Máster en la Universidad salmantina, mientras que Alejandro estaba en la base de Matacán", en la escuela de Senasa (Servicios y Estudios para la Navegación Aérea y la Seguridad Aeronáutica), explica. "Nos reunimos muchas veces junto a otros amigos de Alejandro, pilotos también, con los que congenié y guardo amistad". Esa amistad se reforzaría con el paso de los años y ambos tinerfeños coincidirían en diferentes ciudades del mundo, según apunta.

Las frases de Nacho Lojendio se entrecortan. Le embarga la consternación cuando recuerda la última vez que estuvo con Alejandro y su esposa Yaiza Maceda. "Fue hace solo un par de meses en la casa de Alejandro y Yaiza, en Dubai. Fue una semana y lo pasamos genial". "Me enteré de que Yaiza estaba embarazada de gemelos, aunque no recuerdo ahora de cuanto tiempo, quizás de dos o tres meses", revela.

"Vaya tragedia para Yaiza y toda la familia. No me lo puedo creer", repite en varias ocasiones a lo largo de la conversación telefónica mientras se escuchan de fondo los sonidos típicos del interior de un avión. La conversación debe ser rápida porque está a punto de despegar, a las 14:00 horas, con destino al aeropuerto de Barcelona.

Nacho Lojendio trabaja como director de Recursos Humanos para la cadena Spring Hoteles y por eso también viaja a menudo a diferentes partes del mundo por cuestiones de trabajo, aunque lo más habitual es que lo haga entre Tenerife y Barcelona, comenta. No obstante, hay ciudades que, además de Salamanca y Dubai, le han conectado a lo largo de los años con Alejandro Álava. Son las de Berlín y Tokio.

Nacho Lojendio recuerda que la primera compañía para la que voló su amigo Alejandro fue White Eagle Aviation como copiloto desde 2006. Luego regresó a Canarias y comenzó a trabajar para Binter, también como copiloto en los ATR que la aerolínea tiene para volar entre las Islas. Estuvo en esta compañía hasta 2008 para luego trabajar con Naysa, aunque volando los mismo aparatos de Binter.

Cinco años más tarde, Alejandro Álava ponía rumbo a Polonia y se mudaba a la ciudad de Breslavia. El joven piloto, que el próximo día 23 habría cumplido 38 años, comenzó a volar en junio de 2013 para la compañía Bingo Airways, una aerolínea low cost.

Mientras trabajaba para Bingo Airways, Alejandro comenzó a prepararse para superar las pruebas de acceso a un puesto con la compañía Flydubai, lo que consiguió y en julio de 2014 se trasladó a Dubai junto con su esposa Yaiza. En Flydubai volaba como copiloto de los Boeing 737, modelo para el que había obtenido la habilitación.

"Hacía muchas horas de vuelo, y siempre estaba dispuesto a volar en rutas complicadas o de larga duración, porque el verdadero sueño al que aspiraba Alejandro era la de llegar a ser comandante y volar en una de las grandes compañías, como Fly Emirates, la compañía matriz", revela Lojendio.

Otro de los momentos emotivos que recordaba ayer Nacho Lojendio fue cuando en 2013 ambos coincidieron en la ciudad alemana de Berlín. "Pasamos unos días juntos y recuerdo que Alejandro se estaba preparando el examen para poder entrar a trabajar en Flydubai. Me hacía que le preguntara el temario, incluso cuando salíamos a pasear. No tenía un momento de descanso, salvo cuando fuimos a una feria aeronáutica en la que se exponían muchas aeronaves, civiles y de combate". "Había que verle cómo disfrutaba y todo lo que sabía de aquellos aparatos, te daba todos los detalles de cada uno; estaba claro que vivía para la aviación".

Alejandro finalmente superó las pruebas para trabajar en la compañía. En Berlín, Nacho le dijo que si finalmente aprobaba el examen, le prometía que iría a verlo. Y así ocurrió. Ambos amigos siguieron en contacto hasta que se reencontraron en Dubai, donde pasó una semana en casa de Yaiza y Alejandro. Nacho recuerda que un día tenían programado ir de visita a la mayor pista de nieve artificial cubierta del mundo, Ski Dubai, pero Alejandro había sido alertado de madrugada por la compañía debido a una vacante y tuvo que salir a las cinco de la mañana en un vuelo hacia Asia.

Al poco de regresar a Tenerife, Nacho le comentó a Alejandro que iba a viajar a Tokio, por lo que el joven piloto le dio las señas de una amiga para que la visitara y la saludara. Nacho Lojendio afirma que se encontró con esta amiga en la ciudad nipona y ésta le dio un regalo para que se lo hiciera llegar a Alejandro. Ayer, Nacho caía en la cuenta de que aún tenía ese paquete envuelto en papel de regalo en su casa tinerfeña, donde lo guardaba a la espera de reencontrarse con Alejandro.

Ayer por la tarde, el padre de Alejandro Álava, el reputado traumatólogo Santiago Álava Hidalgo; su madre y su hermana volaban a Madrid para luego dirigirse a la localidad de la tragedia y repatriar los restos mortales del joven aviador.