El pasado mes de febrero falleció Miguel Sanz Alonso, general de Artillería. No era sólo general, si no también una admirable persona de las que tuvo que obtener una licenciatura en la mejor universidad que es la vida. Sanz Alonso perdió a su madre a los cuatro años. A base de muchos esfuerzos inició sus estudios en un colegio de Jesuitas, que tuvo que abandonar al disolverse dicha orden religiosa en la II República. Después empezó sus estudios de ingeniero industrial, que tuvo que abandonar al estallar la Guerra Civil.

Incorporado al Ejército en 1936, fue nombrado alférez provisional y al finalizar la guerra acabó como teniente provisional, habiendo resultado herido en el frente de Cataluña.

En julio de 1941 se alista en la división española de voluntarios, como teniente en el IV grupo de artillería, iniciando el periodo de instrucción en el campamento alemán de Grafenwoehr, siendo desplegado posteriormente con su grupo en el frente de Novgorod [territorio de la actual Rusia].

En los primeros meses que estuvo en primera línea de fuego, el entonces teniente Miguel Sanz su destino era el puesto de observación, donde señalaba los objetivos enemigos para atacar con fuego de artillería, en coordinación con el batallón del regimiento 262 del coronel Pimentel, aunque para ellos era más práctico no contestar al fuego enemigo, sino por el contrario de vez en cuando dispararles para hacerles saber que estaban allí los españoles.

A su regreso de Rusia, tras varios destinos, fue ascendiendo hasta alcanzar el ascenso de general de brigada. Cargado de mucha razón, este general afirmaba: "De la campaña de Rusia se han dicho un montón de falsedades calumniosas, aunque reconforta saber que fuera de nuestras fronteras nos admiran, aunque aquí, por desgracia, nos ignoran. Y esta es la realidad. La división azul llegó en una tesis en la escuela de Estado Mayor de Estados Unidos (EE UU) en el US Army war College. El historiador Francisco Caballero Leonarte, en una conferencia expresó que 'los divisionarios españoles dejaron en Rusia con la boca abierta, tanto a los amigos, como a los enemigos".

El mejor recuerdo de este gran soldado lo firma en la revista Ares Óscar González, Lucas Molina y mi buen amigo Pablos Sagarra.

El general Miguel Sanz Alonso tenía 97 años cuando falleció. Es una hoja más del árbol frondoso de España que se lleva el viento. Descanse en paz un gran soldado de España.