Un mosso d'esquadra que llevaba casi un mes de baja mató ayer con un arma de fuego a su mujer, que quería separarse de él, en presencia de la hija de la víctima y de una sobrina de ésta -ambas menores- en su casa de Sant Feliu de Llobregat, en la provincia de Barcelona.

El segundo caso de muerte por violencia machista en Cataluña en 2016 fue antes de las siete de la mañana -hora canaria-, cuando el agente, de 45 años y adscrito a la comisaría de Ciutat Vella, disparó a la mujer, de 36, y posteriormente se suicidó con la misma arma.

Los investigadores tratan de confirmar si el mosso utilizó para el crimen su arma reglamentaria, que no se le retiró porque aún no había superado el mes de baja médica. Los protocolos de la policía autonómica catalana establecen que los agentes se pueden llevar el arma a casa cuando acaban su jornada laboral y fijan un mes como límite para tener que entregar la pistola en caso de baja, sea cual sea el motivo, que no se comunica a Interior en virtud de la confidencialidad entre médico y paciente.

La víctima, Cristina Gálvez, una mujer muy conocida en Sant Feliu porque durante años había regentado un bar, no denunció a su marido por malos tratos. La pareja estaba en trámites de separación y vivía en una céntrica avenida peatonal de casas bajas que ayer se despertó con el estruendo de los disparos y sobresaltada por los gritos de auxilio de las dos menores, que salieron al balcón asustadas.

El agente se incorporó a los Mossos hace unos diez años, cuando se fue a vivir a Cataluña tras años ejerciendo como profesor de matemáticas en un instituto de Granada. Según fuentes próximas al caso, el policía dio muestras de su carácter impulsivo en su actividad como agente y había entrado en un proceso depresivo por problemas emocionales.

La titular del juzgado de instrucción número 6 de Sant Feliu en funciones de guardia se inhibió a favor del juzgado de violencia contra la mujer de Sant Feliu.