Desde que la tierra tembló el sábado, los habitantes de la ciudad ecuatoriana de Manta luchan sin descanso contra los escombros para sacar a los atrapados, una tarea a la que se entregan con escasos medios y sin poder escapar del terror que les producen las réplicas al caer la noche. Situada en la costa, Manta, la cuarta ciudad de Ecuador, fue ayer ebullición de día y tensa calma de noche, cuando la falta de luz que siguió al terremoto de magnitud 7,8 hace que desaparezca a la vista.

Casi nadie duerme en las casas que aún quedan en pie. Como alternativa se convierten en cama el vehículo y hasta las aceras de las calles y los parques, cualquier opción que evite el riesgo de tener sobre la cabeza un techo que pueda derrumbarse.

Hernán y su familia, sin embargo, ayer se la jugaron. Estaban de vacaciones en Colombia cuando oyeron la noticia y regresaron para comprobar si sus pertenencias estaban bien. Al levantarse, su conversación es la misma que se oye en cada esquina de Manta: "¿Sentiste la réplica?"

El terremoto, que causó según cifras oficiales al menos 350 muertos, 95 de ellos en la ciudad, donde también dejó más de 420 heridos, fue devastador en la zona de Tarqui, cerca de la playa, donde se alzaban numerosos hoteles de los que sólo quedan escombros y vecinos que miran impotentes. Uno de ellos es David Villarroel, que observa cómo los bomberos, junto a un perro entrenado, buscan supervivientes en uno de los edificios derrumbados.

"Estoy esperando a que vayan al Panorama Inn, tengo una amiga allí, la hija de la dueña. Quedó atrapada y mandaba mensajes por el teléfono móvil desde de-bajo de los escombros, pero desde ayer no manda nada", cuenta Villarroel.

Las estadísticas que manejan los bomberos dicen que se pue-de tener esperanza de rescatar a los atrapados con vida hasta 15 días después del derrumbe, pero mientras tanto es el can el que sentencia: si ladra, la esperanza se desvanece; si busca a los bomberos nervioso, hay una posibilidad.

Esta vez, ante la mirada de Villarroel, se pone nervioso, y los bomberos ecuatorianos, que desde esta madrugada cuentan con refuerzos de su similar de Perú, así como de otros países, se adentran por un angosto hueco en lo que fue el segundo piso del hotel. "¡Somos del equipo de rescate de Perú. Si alguien me escucha que grite o golpee!", pide el jefe del cuerpo de búsqueda de rescate urbano de Perú, Hugo Polar. Nada se oye y se pide maquinaria pesada. Al tiempo, en la calle contigua, Antonia, quien prefiere no dar su verdadero nombre, espera angustiada a que saquen a su hermano de entre los restos de otro hotel.

"Era de la provincia de Quevedo, estaba aquí de vacaciones. Solo quiero llevar sus restos a casa, estoy aquí desde el sábado y estoy desesperada", asegura a Efe.

Pero los bomberos no saben la distribución, dónde marcar y cortar, y los dueños del hotel, a pocos metros, les hacen un precario plano y tratan de recordar quién estaba dentro: ocho huéspedes, quizá, al menos uno con seguridad estaba dentro cuando el suelo tembló, no pueden asegurarlo. Además de hoteles, en la zona se encontraba un modesto barrio en el que muchos lo perdieron todo, como Walter Treviño, cuya casa derrumbada está frente a la de su tía Blanca y su primo Luis, ambos fallecidos en el terremoto.

Entre los españoles que residen en la actualidad en Ecuador, hay 284 misioneros, 21 de los cuales están en Manabí, la zona más afectada por este terremoto. Obras Misionales Pontificias (OMP) aseguraba ayer que por el momento no había constancia de heridos o muertos.

Por su parte, el ministro español de Exteriores y Cooperación en funciones, José Manuel García-Margallo, afirmó ayer que no hay constatación de víctimas de nacionalidad española en el terremoto que sufrió Ecuador, aunque pidió no descartarlo por la numerosa colonia de españoles en Quito y Guayaquil. Según dijo, en la zona de Quito hay 31.374 españoles y, en la de Guayaquil -la más afectada por el seísmo de grado 7,8-, 24.607 españoles.

España envió ayer al país americano un avión del Ejército del Aire, con 52 efectivos de la Unidad Militar de Emergencias (UME) y de los servicios de emergencia de la Comunidad de Madrid, para colaborar en la búsqueda y rescate de víctimas del terremoto y en 48 horas mandará otra aeronave con ayuda humanitaria.