Las autoridades canadienses reconocieron ayer que no pueden controlar el incendio que ha obligado a evacuar alrededor de 90.000 personas en el noroeste de Canadá y que ya consumió 85.000 hectáreas de bosque desde la noche del domingo.

Las elevadas temperaturas y rachas de viento de hasta 70 kilómetros por hora están haciendo imposible controlar un incendio que forzó a evacuar los alrededor de 70.000 habitantes de la ciudad de Fort McMurray y que avanza con rapidez al sur de la población.

La primera ministra de la provincia de Alberta, Rachel Notley, reconoció ayer durante que el incendio sigue fuera de control y que continuará así en las próximas horas a pesar de que más de 1.100 bomberos, 145 helicópteros y 22 aviones cisterna están combatiendo las llamas.

El incendio es de tal magnitud que está creando "sus propias condiciones meteorológicas", explicó Chad Morrison, el encargado de la prevención de incendios forestales de Alberta. Morrison señaló que el incendio está generando sus propias rachas de viento e incluso en la noche del miércoles se observaron relámpagos procedentes de las nubes de humo causadas por las llamas.

La principal esperanza por el momento era la prevista llegada en las próximas horas de un frente frío, cargado de humedad.